La campaña de alfabetización de adultos del gobierno de Rodrigo Borja y las primeras protestas indigenas. Salud, política y vida en La Mitad del Mundo. Capítulo 24



Me encontraba en el pequeño pueblo de Sálima, donde era médico investigador de malaria para una investigación de la Universidad de Heidelberg de Alemania, cuando llegó la campaña de alfabetización del gobierno de Rodrigo Borja, que la impulsaba su ministro de educación Alfredo Vera, yerno del pintor Oswaldo Guayasamín, una persona muy inteligente,  que a pesar de su discapacidad física se destacaba en la política de Ecuador, además muy leal a la Revolución Cubana, y a Fidel Castro.
En aquellos días Fidel Castro visitó a Ecuador, y fue recibido con honores por primera vez en Sudamérica.  En sus declaraciones, el líder de la Revolución Cubana, opinó que Ecuador y específicamente Quito, era el mejor lugar para ser la capital de América Latina, cuando esta región decidiera ser una comunidad económica,  como la Unión Europea, que empezaba el proceso de integración de con los países de Europa del Este, que dejaron atrás al Pacto de Varsovia,  tras el fin de la URSS, y la caída del Muro de Berlín.
La campaña de alfabetización de adultos, la realizaban los estudiantes de los últimos años de bachillerato de los colegios del país, lo hacían siguiendo un libro que rellenaban, donde se probaba nuevos contenidos en los que era más importante el razonamiento, la memoria histórico-cultural de la etnias y nacionalidades de Ecuador.
Este reconocer a diversidad cultural y etnica del país,   reconocerse entre los indígenas, mestizos y negros del Ecuador,  fue el que permitió o impulsó la creación de organizaciones indígenas como Ecuarunari, que agrupa a los indígenas de los Andes o Sierra,  luego la Confenae o Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía, pilares fundamentales de la CONAIE  y de las CONAICE la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Costa Ecuatoriana, la mayoría de las cuales estaba en Esmeraldas como los Chachis,  Awa, o los Epera, y en Santo Domingo, que aún no era provincia,  como los Tsáchilas y pertenecían a la provincia de Pichincha.   Aun las nacionalidades manteños huancavilcas de Guayas y Manabí o de Montubios de la Costa Interna así  afroecuatorianos  no se acoplaban a las organizaciones indígenas del país, ni mostraban integración o capacidad de movilización.  Esto además dio paso a la educación multicultural bilingüe, y a revalorizar a la medicina aborígen.
En 1990 la Conaie se tomó la Plaza y la Iglesia de Santo Domingo en Quito.  Por primera vez los indigenas mostraban su capacidad de obstruir las carreteras, de tomarse parte de la Capital. 
Esta protesta y movilización obligó al gobierno de Rodrigo Borja a reconocer territorios indigenas en la Costa y la Amazonía, y a legalizar los minifundios de los indigenas en la Sierra, lo que les permite vender o hipotecar sus tierras, obtener créditos hipotecarios, hacer mejoras, comprar herramientas, animales, semillas abonos, lo que aumentó la productividad de los indigenas de los Andes, hoy puede comprar tractores, camiones, camionetas, lo que le ha convertido en los dueños del comercio y transporte de productos frescos del país, que los venden en todo el territorio nacional, 
Los territorios indigenas de la Amazonía, frenó la voraz expansión de las empresas petroleras en la Amazonía, pero no frenó a las plantaciones de palma africana, abacá, las camaroneras y las empresas madereras, que compraban los árboles,  los manglares, o alquilaban las tierras de las nacionalidades indigenas, que luego se volvían improductivas para otros cultivos, porque eran ocupadas por plantaciones que usaban muchos pesticidas, herbicidas, y sobre-explotaban la tierra, o construían camaroneras que salaban con el agua marina los suelos,  y contaminaban los ríos y el mar con antibióticos, o aceite de motores, de sus bombas o lanchas.
En el pueblo de Sálima, donde el profesor el principal borracho por días enteros. además el extorsionador de los estudiantes y padres de familia,  a los que pedía dinero para todo, para las fiestas, para arreglar calificaciones o pases de años, incluso para dar clases, aduciendo que el gobierno no le había hecho llegar a tiempo su salario, para todo, no colaboró para nada con la campaña de alfabetización.  Yo me convertí en el alfabetizador pues en el pueblo no había estudiantes de colegio, casi nadie sabía leer y escribir o los que sabían estaban ocupados trabajando para el dueño de las piscinas de camarón.
El enseñar a los adultos a leer y escribir me acercó a los moradores del pueblito, me permitió conocerles mejor, curarlos de enfermedades crónicas, prevenir desenlaces fatales, pero sobre todo conocer sus leyendas, historias, revivir su memoria, que era mi principal fuente de información.
Entonces fui a dictar un curso sobre medicina preventiva de enfermedades transmisibles a los promotores, pero en la casa de los promotores donde fue el curso se respiraba un aire raro, Manuel M.  y Ruiz, el otro médico tenían algo entre ceja y ceja contra mí.  
Mi exposición fue el sustento para que ellos me reclamaran,  el Dr. Eduardo Estrella que dirigía la investigación desde el Museo de Historia de la Medicina me llama a reunirme con él.  En aquella reunió me propuso que viniera a trabajar en Quito y dejara de hacerlo en Muisne, algo que yo estúpidamente no acepté, pues me sentía ofendido por lo que se afirmaba de mi trabajo, que era mucho mejor que las borracheras en que terminaban los cursos que ellos dictaban a los promotores de salud, para caerles simpáticos, para  convertirlos en leales, adictos a ellos, a las borracheras  y a sus fiestas. 
 En realidad debí haber dejado mi trabajo en Sálima y regresar a Quito, donde estaba mi familia viviendo el abandono de su padre, que estaba siendo arrastrado por su espíritu de aventura a un fracaso anunciado, por el mutuo desagrado con los médicos de Hidelberg.  Me parecía poco profesional el trabajo de ellos y ellos opinaban lo mismo de mi trabajo.
Estos médicos que estudiaron en la Universidad de Heidelberg,  se creían superiores  por sus estudios en Alemania.  Ademas su orientación sexual nos distanciaba,  el Dr. Manuel, un bisexual declarado  y e Dr. Ruiz homosexual discreto,  vivían la moda del llamado orgullo gay, este orgullo gay  hacía repugnante mi compañía, por no participar de sus gustos, de sus fiestas después de los talleres, no me sentía a gusto en el ambiente que habían creado, ni el ver al presidente de los promotores embriagado seduciendo a la jovencitas en las fiestas, luego de los talleres.
Finalmente fui despedido, me encontré sin trabajo faltando pocos meses para terminar la investigación, me reemplazo una doctora alemana, compañera, amante y luego esposa del Dr. Manuel, que se casaron luego de terminar la investigación, fueron a vivir en Same, donde cada uno hizo una casa, antes de divorciarse.  El se fue estudiar en España, donde pudo finamente vivir con plenitud su bisexualidad.  Ella volvió a Alemania.














 

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