La muerte del Papa Francisco cuando en América Latina se celebraba el Domingo de Resurrección, esto es el último día de la Semana Santa o de la Pascua, tiene un significado histórico trascendental en la región del planeta con más creyentes, los católicos, que ahora son perseguidos y expulsados de Estados Unidos, que considera a los latinoamericanos, una peste que ensucia la sangre de los norteamericanos, además basura que flota en islas como Puerto Rico, ladrones, violadores, y narcos, según Donald Trump, el actual presidente de los Estados Unidos, que ha iniciado la deportación masiva de ilegales, es especial de latinoamericanos en su mayoría católicos, a los que considera invasores, olvidando que Estados Unidos fue el que invadió y arrebató a México y España territorios, que ahora están siendo repoblados, por hispanos que además se han tomado ciudades como Nueva York, en un proceso que marca el comienzo del fin del Imperio Norteamericano, que ahora luego de haber sido derrotado en Vietnam, Irak, Libia, Somalia y Afganistán, enfrenta una guerra en los países latinoamericanos, que empezó con la guerra antisubversiva o anticomunista desde que Cuba derrotó a Estados Unidos en la invasion de Bahia de Cochinos y ahora se llama Guerra al Narcotráfico, que la está perdiendo, pero que en países como Ecuador en Sudamérica, es una nueva forma de guerra contra los más poderosos carteles de narcotraficantes del mundo, que han convertido a Ecuador en el primer exportador mundial de cocaína.
El Papa Francisco que fue el primer papa latinoamericano de la historia, es el primer papa defensor de la naturaleza, de los pobres, y de los migrantes de todo el planeta, hoy que Donald Trump, y los multimillonarios de Estados Unidos, pretenden crear un nuevo orden mundial, donde los millonarios del planeta, empezando por el mayor millonario de Ecuador Daniel Noboa, quieren cambiar las relaciones entre los países, mediante aranceles, lo que ha dado paso a una guerra comercial con China y con todo el mundo, además, pretende apropiarse de Canadá, Groenlandia, Panamá, Ecuador mediante bases militares en Galápagos, y el puerto de Manta, para controlar la navegación en el continente Americano, y al mismo tiempo, poner presidentes, controlar ejércitos, policías, cárceles, precios, la provisión de materias primas, petróleo, minerales, y sobre todo detener las olas migratorias, que estaban invadiendo Estados Unidos.
El Papa Francisco, y la Iglesia Católica, que pasó de ser la iglesia y la religión de los monarcas de Europa junto con las religiones protestantes, los dueños del planeta Tierra mediante sus colonias en todos los continentes, a ser la religión de los pobres del planeta, de los migrantes latinoamericanos que hoy invaden norteamérica y Europa.
A diferencia de Donald Trump que presume de su opulencia, de su poder, de su riqueza, y ataca a todo lo que le estorbe o incomode dentro y fuera de Estados Unidos. El Papa Francisco, que dirigió la religión más numerosa en fieles creyentes del planeta, no dudaba en mostrar sentimientos de solidaridad con la naturaleza, en grave proceso de destrucción mediante la extinción masiva y de severas alteraciones debido al cambio climatico, por lo que su primera encíclica fue en favor de ella, luego mostró su solidaridad con las victimas de la pandemia del Covid, de las crisis económicas y bélicas, de las olas migratorias, que se multiplicaron luego de la pandemia, con los pobres del planeta que , que escapaban sobre todo de una América Latina, África, y Medio Oriente devastados por guerras y por un nuevo orden mundial establecido por la internet, el celular, la comunicación en tiempo real, la traducción simultánea e instantánea, la alfabetización global, la revolución científico técnica, que redescubre el planeta, que se extiende a la exploración espacial y el uso del espacio extraterrestre.
Enfrentó el cisma de la iglesia por la práctica de la pedofila por parte de sacerdotes, el derecho de las mujeres a ser sacerdotes católicos, que dan misa, confiesan y otorgan el perdón, enfrentó la aceptación del matrimonio homosexual, del matrimonio de las mujeres no vírgenes, del divorcio, de las segundas nupcias, con lo cual la pérdida de la virginidad en las mujeres dejó de ser un delito contra dios.
El matrimonio católico, que era la unión obligatoria de un hombre con una mujer virgen para toda la vida, pasó a ser la promesa de dos seres humanos de amarse, respetarse, protegerse, proteger a sus hijos familiares, vecinos y a la naturaleza, siempre, a pesar de los divorcios, las separaciones, las guerras, las divergencias, respetando siempre las decisiones de la pareja, a los hijos, a familiares y a los otros, que tienen derecho a vivir de acuerdo a su realidad, con el compromiso de no hacer, ni hacerse daño, pues cuanto existe es obra de Dios y Dios es simplemente todo lo que existe.