La relación campo ciudad: Hechos que afectan la vida de los ecuatorianos

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Antes de la llegada de los conquistadores españoles, la relación campo ciudad se basaba en el control geográfico de fuentes de abastecimiento de agua y alimentos, por parte de etnias, que en zonas tropicales lograron mantener una prolongada resistencia gracias a que la guerra en zonas boscosas húmedas podían ser interminables.  Estas guerras interminables, además se apoyaban en la movilidad de los habitantes de estas regiones, que desarrollaron culturas nómadas en la Amazonía, donde la agricultura no logró ser la fuente principal de alimentos  y seminómadas en la costa, donde las inundaciones anuales y las que se producían periódicamente por la llegada del Fenómeno del Niño, obligaban a movilizaciones humanas y generaban guerras étnicas y de clanes.
En las zonas andinas y áreas deforestadas por sociedades más estables y sedentarias, donde la cultura y modo de producción andino, usando el dominio de pisos climáticos, llegó a expandir el uso de especies como  la papa y o la llama, hicieron de la conquista Inca, una realidad que para el siglo XIV ocupaba el más grande territiorio que imperio alguno de Europa haya conocido, con más de 9 millones de habitantes, que superaba al número total de habitantes del Imperio Español del Viejo Continente de esos tiempos.
En el Viejo Mundo, las urbes o burgos, un modelo de ocupación del espacio traído de la India, había sustituido al modelo europeo greco-romano que concentraba el poder en metrópolis como Roma.  Se trataba de una ocupación territorial que partía de centros poblados humanos, donde se creaba las condiciones para que la interdependencia entre los seres de esta especie, crearan espacios para superar las inclemencias de la naturaleza  y las amenazas de enemigo humanos y no humanos como los animales salvajes pudieran ser enfrentados mediante mecanismos de defensa conjunta que se fundamentaban en la presencia de castillos como principal recurso defensivo.   En Europa, los francos, lombardos y germanos, aquellas tribus de la India que comenzaron una invasión pacifica del Imperio Romano y una vez en su interior, se convirtieron en los enemigos que finalmente con Alarico y sus Visigodos,  terminaron con Roma, como el centro de Europa.
En la Peninsula Iberica, los godos, se enfrentaron a los más inteligentes seres humanos del Mediterráneo, los Moros, que desarrollaron las ciencias como la medicina, las matemáticas, la astrología y cartografía y la arquitectura fundada en las matemáticas con una creatividad mas lúcida, y la forma de enfrentar a los moros fue precisamente usando los castillos, lo que dio origen a un reino donde los castillos abundaban, el reino de Castilla.  Finalmente, poco antes de la conquista de América, usando una doctrina religiosa de carácter absolutamente fanático, que no admitía para nada la ciencia ni la duda entre sus seguidores, llamada cristianismo católico, lograron superar a los moros cuya doctrina religiosa, enfrentaba en su interior a los fanáticos de las mesquitas y a los no fanáticos, identificados con las universidades y centros del conocimiento como Granada y  Cadiz.
Este modelo de ocupación del suelo, donde la gente de las ciudades era más importante que la gente que proveía de alimentos y materias primas a las ciudades, llamados campesinos, se estableció en el continente desde inicios del siglo XVI.
Duranta los siguientes 300 años. el poder de las ciudades se fue consolidando, pero al llegar las guerras de la independencia, su poder se multiplicó.  La  independencia de América, dio pasa a un modelo donde los súbditos del rey pasaron a ser "ciudadanos", término con el que se identificaban a los habitantes de las ciudades, colonos que llevaron a cabo la Independencia de los Estados Unidos de Norteamérica, y los revolucionarios de la Revolución Francesa.   Estos nuevos individuos, encabezados sobre todo por comerciantes, e intermediarios que negociaban con los productos y el trabajo de los campesinos, de quienes eran parásitos explotadores hasta el día de hoy, se consolidaron como poder.
Desde entonces, las ciudades de América Latina llegaron a tener un crecimiento y concentración del poder tan desproporcionado y dañino, que ahora son las mayores megápolis del mundo.  Es así que ciudad de México, la ciudad más contaminante del planeta, tiene más de 23 millones de habitantes, no se diga Sao Paulo, que entre la ciudad y sus áreas urbanas colindantaes suman 36. millones, Río de Janeiro, con 18 o Buenos Aires, Lima y Bogotá.   En  tanto en Ecuador, Guayaquil y Quito llegaron a concentrar el 40% de la población del país.
Este crecimiento urbano, explosivo, desordenado e incontrolable, se ha hecho a costa de la depredación de la naturaleza, la degradación de la calidad de vida en los campos y la contaminación ambiental, que hoy nos pasa factura con el calentamiento global y la extinción masiva de la biodiversidad del planenta por la industria humana.
  Es así como al nacimiento del siglo XXI,  aunque los indices de mortalidad y morbilidad en los campos se han reducido, los campos se ha convertido en lugares donde los jóvenes se preparan para invadir la ciudad y sumarse a su esos ejes de violencia, que en las capitales de América Latina, rayan en la demencia.   Esta demencia de violencia urbana está ahora encabezada por mafias, que han logrado hacer de ciudades de Mexico, Brasil, Colombia, Perú, Bolivia y en Ecuador de Quito y Guayaquil sus centros operativos.
En tanto en las zonas rurales, el dinero se ha vuelto más importante que la vida, no sólo del campesino, sino más importante que cualquier forma de vida, que no sea la domesticada para producir dinero.  Es lo común que los campesinos comiencen por vender los árboles a precios irrisorios, para terminar vendiendo su propia vida a redes de prostitución, narcotráfico y trabajo ilegal, pues carentes de derechos durante siglos, han perdido noción de su propia valía como personas, nadie ampara su trabajo, sus productos se mal pagan,  su esfuerzo, el de sus hijos y familiares, que se prestan a una explotación que pasó de la forma de explotación de terratenientes y agroindustrias a auto explotación, que es ahora la peor forma de explotación imaginable, pues se ha creado la idea de que cada uno puede salir adelante si se auto explota y explota desde a su mula,  su mujer o sus hijos, antes de que estos se marchen de la casa, o  de explotar cuanto este a su alcance, pero por precios y valores que son inadmisibles para cualquiera que tenga un mínimo de noción de dignidad humana.
Es así como un racimo de bananas en donde pueden haber mas de 200 unidades se vende al filo de la carretera a dos dólares, en tanto en la ciudad de Quito, a sólo 6 horas de transporte vale un dólar 6 bananas, una tabla de madera se le paga al campesino, ya cortada y puesta en el lugar de embarque, con el costo del combustible y el trabajo del motosierrista, de la mula, del campesino y toda su familia, que en muchos caso tarda desde un día a una semana en sacarla, un dólar cuarenta, esta tabla se vende a  8 horas de viaje en el trailer, a $16.  En estas condiciones, el trabajo humano del campesino se vuelve una tortura, que sus hijos la viven y la desprecian, de manera que apenas se presenta la oportunidad de vender la tierra y largarse a la ciudad o al centro urbano más próximo lo hacen, dando paso a las enormes extensiones de palma africana, banano y otras empresas que acaparan el suelo, para desde allí multiplicar sus ganancias.   Estas indiustrias a su vez cada vez más mecanizadas y automatizadas, necesitan menos de trabajadores, y en especial de trabajadores estables, forzando y generando migración interna dentro del país, con personas que se ven obligadas a vivir el desarraigo,  que vienen a trabajar en lugares donde no tienen una vida con identidad cultural ni relación familiar o de grupo, y donde son en realidad,  los refugiados internos del país, que vive las convulsiones de la globalización.
Para los funcionarios del gobierno, lo más importante no es lo que pretende de mil amores el presidente,  es comprar un vehículo y vivir la vida de la clase media de las ciudades más grandes del mundo,  no les importa sino ellos mismos, primero yo y los míos, luego yo y lo mío, finalmente yo, y  mas allá de sus oficinas,   lo que pasa en la degradación de los  campos y zonas de vida salvaje, son sólo el justificativo de su salario, no el verdadero motivo de su interés, ni de su vida ni de su desempeño profesional.
 De esta manera, aquel concepto de Carlos Marx de que la clase media, a la que llamaba burguesía y pequeña burguesía,  y a la que señalaba como el eje del sistema capitalista de explotación del hombre por el hombre, se consolida en el país y América Latina.
En este gobierno la clase media ha llegado a su máxima capacidad de consumo, y se ha vuelto el enemigo numero uno de la biodiversidad, la diversidad cultural y la calidad de vida rural en condiciones armónicas con la naturaleza y las culturas locales.
  Cada carretera por la que los campesinos luchan, y este gobierno a ejecutado,  cada poste de electricidad, cada sistema de riego, en realidad no les sirve a los campesinos  a largo plazo, más bien,  abre las agallas y despierta el interés de las grandes empresas y de los acaparadores de la tierra, que mediante la figura de exportaciones, e ingresos de divisas, que es lo que nuestros estados más necesitan para constituir y consolidar en el poder a los funcionarios y el partido.
Ante esto, los cultivos de estupefacientes, parecen ser la alternativa económica rentable para los pequeños agricultores, por lo que los países andinos se han vuelto los principales productores  o zonas de transito de narcóticos del mundo.
En lugar de crearse una cultura de vida moderada, donde consumir menos, producir el menor daño ambiental, a sí mismo, a otras personas y al entorno natural  sea la premisa básica, se  vive la cultura del "propietario consumidor-explotador de sí mismo y de cuanto esté a su alcance".
Una cultura donde ciudadano es el que paga impuestos y por supuesto, el que más impuestos paga de manera personal, o con sus negocio, industria o profesión es más ciudadano, y es menos ciudadano el campesino, que en este país no paga impuestos y por tanto es, en apariencia, un parásito de los ciudadanos de las ciudades que si lo hacen.  Esto es  visible en el Seguro Social Campesino, al que se lo ha pretendido eliminar en base a esta justificación, pues los trabajadores urbanos o con dependencia de personas vinculadas al sistema laboral urbano con industrias, servicios públicos o privados o negocios con empleados, trabajadores o profesionales contratados, obligados a pagar el seguro social general, subsidian a los campesinos y por eso reclaman que ellos deben tener prioridad en la dependencias de esta  institución, sin considerar que los campesinos, que apenas pagan menos de dos dólares al mes por su seguro,  son los que producen en realidad la riqueza, pues ellos son los que originan alimentos y materias primas, de donde parte el trabajo del resto de la sociedad, son los que el sistema los explota y los perjudica, para favorecer a la gente de las ciudades, que concentra el poder, el dinero y los conocimientos.  Pero este proceso está llegando a un límite, pues las ciudades del planeta, tienen ahora la mayor cantidad de habitantes, lo cual es bueno pues es necesario que las ciudades sean para los humanos y lo que está fuera de ellas para lo que no es de los humanos, la vida en la Tierra en todas sus manifestaciones, pero a los campesinos les toca el rol de ser a más de productores para las ciudades, los guardianes y protectores de estas formas de vida, y de la naturaleza, un rol muy diferente al rol que han desempeñado hasta ahora, en que han sido los principales depredadores del planeta que deben satisfacer la voracidad de los ciudadanos.








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