El colapso de América Latina es por ahora imparable

Cómo Panamá ha pasado de ser un ejemplo de prosperidad y estabilidad a vivir masivas protestas

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Panamá vive ya varias semanas de protestas.

Manifestaciones, cortes de carretera y desabastecimiento son escenas que no se habían visto en décadas.

Miles de personas protestan en las calles contra el alza de precios de combustibles, medicamentos y contra la corrupción y el gobierno del presidente Laurentino Cortizo.

Tras varias décadas de estabilidad, el país más rico de Centroamérica está al borde del estallido social.

Pero, ¿cómo ha pasado de ser ejemplo de prosperidad a vivir masivas protestas? Te explicamos en este video.

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Día del Sobregiro de la Tierra: el planeta agotó hoy todos los recursos del año

Personas sentadas en el lecho de un embalse afectado por la sequía en las afueras de Saná, Yemen.
Personas sentadas en el lecho de un embalse afectado por la sequía en las afueras de Saná, Yemen. © EFE - YAHYA ARHAB

Este jueves 28 de julio de 2022 ha sido declarado el Día de la Sobrecapacidad de la Tierra, es decir que se han consumido todos los recursos que el planeta es capaz de generar en un año. El mundo entra así en números rojos de sus recursos ecológicos disponibles cuando faltan aún 22 semanas para que termine el año. Global Footprint Network y WWF alertan sobre el insostenible ritmo de consumo y señalan que la humanidad vive a crédito con la Tierra.

Llegó nuevamente –por adelantado– el Día de la Sobrecapacidad de la Tierra (o Sobregiro de la Tierra). El jueves 28 de julio marca que se han agotado todos los recursos naturales que estaban disponibles para el año, acabados en poco más de 200 días, lo que supera en un 74% la capacidad de los ecosistemas para regenerarse.

Por ende, los cinco meses que faltan para finalizar el 2022 se vivirán en déficit de recursos.

La fecha es calculada cada año por la organización de investigación internacional y sin ánimo de lucro Global Footprint Network, que mide la demanda de los recursos del planeta y visibiliza la sobreexplotación de la naturaleza bajo el actual ritmo de consumo.

Este cálculo consiste, como lo explica la ONG, en dividir la biocapacidad de la Tierra entre la huella ecológica mundial (la presión que la actividad humana ejerce sobre las tierras de cultivo, las de pastoreo, las forestales y las edificadas, además de las zonas de pesca) y en multiplicar ese resultado por los 365 días del año.

Además, señala que cada década, desde 1970, la fecha se ha adelantado un mes, a diferencia de 2020 cuando el límite de consumo de los recursos ocurrió en agosto, en vez de julio, a causa de las medidas contra la pandemia.

Respecto al 2021, la fecha actual se adelantó un día, debido a que la huella ecológica mundial ha aumentado en un 1,2 % mientras que la biocapacidad solo se ha incrementado en un 0,4 % en el mismo periodo.

Mathis Wackernagel, presidente de Global Footprint Network, señala que el resultado de 2022 es que "del 1 de enero al 28 de julio, la humanidad ha utilizado tanto de la naturaleza como el planeta puede renovar en todo el año”, agotando el presupuesto natural para lo que resta hasta diciembre.

Wackernagel agregó que "la Tierra tiene muchos bienes, por lo que podemos agotar la tierra por algún tiempo, pero no podemos usarla en exceso para siempre. Es como con el dinero; podemos gastar más de lo que ganamos durante algún tiempo hasta que estemos quebrados".

El nivel de consumo de recursos naturales es diferente en cada país

Este agotamiento de los recursos no es equitativo a nivel mundial. No todos los países tienen el mismo nivel de consumo.

“Si todo el mundo viviera como un estadounidense, la fecha habría caído incluso antes, el 13 de marzo”, revela Wackernagel.

Unos países (generalmente, los estados septentrionales) tienen una huella ecológica muy superior a los que se agrupan en lo que se denomina el Sur Global. De ahí que Global Footprint Network calcule esa fecha ajustada a cada país: “En Estados Unidos y en Canadá, por ejemplo, este año el día fue el 13 de marzo, mientras que para España ha sido el 12 de mayo y la de Ecuador ocurrirá el 6 de diciembre”.

WWF amplía la lista de países y muestra, por ejemplo, que “Qatar necesitaría 9 planetas, frente a los 5,1 de Estados Unidos; 2,8 planetas que necesita España, muy lejos de los 0,3 que requiere Yemen”.

Y para el planeta en general, investigadores han señalado desde la década de 1990 que se necesitaría 1,75 Tierras (casi dos Tierras) para proveer a la población mundial de una manera sostenible.

La responsabilidad del sistema de producción de alimentos

El 28 de julio marca un punto de inflexión cuando la gente ha agotado "todo lo que los ecosistemas pueden regenerar en un año", según Global Footprint Network y WWF.

Ambas ONG señalan con el dedo al sistema de producción de alimentos y su "considerable" huella ecológica (nuestra demanda de recursos).

"En total, más de la mitad de la biocapacidad del planeta (55%) se utiliza para alimentar a la humanidad", dijeron las ONG.

Pierre Cannet, de WWF France, explica que “una gran parte de los alimentos y las materias primas se utilizan para alimentar a los animales, los animales que se consumen después".

Ambas ONG detallan que "la agricultura contribuye a la deforestación, al cambio climático mediante la emisión de gases de efecto invernadero, la pérdida de biodiversidad y la degradación de los ecosistemas, al tiempo que utiliza una proporción significativa de agua dulce" y basados en asesoramiento científico, abogan por reducir el consumo de carne en los países ricos.

"Si pudiéramos reducir el consumo de carne a la mitad, podríamos mover la fecha de la Sobrecapacidad de la Tierra por 17 días", resaltó Laetitia Mailhes de Global Footprint Network.

El científico Alessandro Galli, director del programa para el área mediterránea de Global Footprint Network, fue consultado por la agencia EFE para conocer las alternativas que podrían minimizar el impacto ecológico. Galli y su equipo han desarrollado una base de soluciones llamada “El poder de las posibilidades”, como parte de la campaña 'Move The Date'.

Galli sostiene que habría que cambiar “la inercia” que mueve a los humanos y que "ha acostumbrado a hacer las cosas de una determinada manera" y apostar por nuevas formas de producir alimentos, así como de moverse y de ocupar el territorio.

No obstante, Galli no ve, por ahora, que haya la voluntad política necesaria para ello.

 

Con AFP y EFE

Ecotrackers. La ciencia vs los políticos, las industrias contaminantes y las religiones

La ciencia vive un enfrentamiento con las religiones, los reyes y politicos y desde el siglo XX contra las industrias contaminantes.   Para las religiones la verdad es ùnica y eterna, para los politicos la verdad es una conveniencia que se inculca mediante la educación, las campañas politicas y los medios, para la ciencia la verdad no existe, lo que existe es el conocimiento que es una verdad de corta duración, en constante renovación,  que navega en el mar de las dudas y necesita todos el tiempo de comprobación y aplicación

La operación secreta de relaciones públicas que tuvo lugar hace 30 años para negar el cambio climático (y cuyas consecuencias estamos pagando)

  • Jane McMullen
  • BBC News
Polluting industrial chimneys

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Hace treinta años, se cocinó un audaz plan para persuadir al público de que el cambio climático no era un problema.

Una reunión, poco conocida, entre algunos de los mayores actores industriales de Estados Unidos y un genio de las relaciones públicas forjó una exitosa estrategia cuyas devastadoras consecuencias están a nuestro alrededor.

A principios del otoño de 1992, E. Bruce Harrison, considerado como el padre de las relaciones públicas medioambientales, se paró en una sala llena de líderes empresariales y lanzó una propuesta que se ha convertido en una pesadilla para los ambientalistas y que perdura hasta hoy.

Estaba en juego un contrato por valor de medio millón de dólares al año. El cliente era la Coalición Global por el Clima (GCC, por sus siglas en inglés), en la que estaban las industrias del petróleo, el carbón, el acero, el ferrocarril y las automotrices. El grupo buscaba un socio en materia de comunicación para cambiar el discurso sobre el cambio climático.

Don Rheem y Terry Yosie, dos de los miembros del equipo de Harrison presentes aquel día, compartieron con la BBC sus historias, por primera vez.

"Todo el mundo quería hacerse con la cuenta de la Coalición Global por el Clima", relató Rheem, "y ahí estaba yo, justo en medio".

Cambio de aires

La GCC había sido concebida sólo tres años antes, como un foro para que sus miembros intercambiaran información y presionaran a los responsables políticos para frenar iniciativas que buscaran reducir las emisiones de combustibles fósiles.

Aunque los científicos avanzaban rápidamente en la comprensión del cambio climático, y su importancia en la agenda política era cada vez mayor, en sus primeros años la Coalición no estaba preocupada. En la Casa Blanca estaba George Bush padre, un antiguo empresario petrolero y, como dijo un alto miembro del grupo a la BBC en 1990, su mensaje sobre el clima era el mensaje de la GCC.

Una fotografía del exvicepresidente de EEUU, Al Gore
Pie de foto,

La cumbre de Río de Janeiro y la llegada de Al Gore a la Casa Blanca, un ecologista comprometido, en 1992 disparó las alarmas de la GCC.

En el horizonte no se vislumbraban regulaciones que obligaran a disminuir emisiones de gases contaminantes.

Pero todo cambió en 1992. En junio, en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro (Brasil), la comunidad internacional creó un marco para la acción climática, y las elecciones presidenciales estadounidenses de noviembre de ese año llevaron a Al Gore, un comprometido ecologista, a la Vicepresidencia. Estaba claro que la nueva administración intentaría regular los combustibles fósiles.

La GCC reconoció que necesitaba ayuda en materia de comunicación estratégica y sacó a concurso para contratar a una empresa de relaciones públicas.

Aunque pocos fuera del mundo de las relaciones públicas habían oído hablar de Harrison o de la empresa que dirigía desde 1973, éste tenía en su haber una serie de campañas para algunos de los mayores contaminantes de EE.UU.

El experto trabajó para la industria química desacreditando las investigaciones sobre la toxicidad de los pesticidas; para la industria del tabaco, y recientemente había realizado una campaña contra el endurecimiento de las normas que buscaban limitar las emisiones contaminantes producidas por los fabricantes de automóviles. Harrison había creado una empresa considerada una de las mejores.

"Era un maestro en lo que hacía", aseguró la historiadora de los medios de comunicación Melissa Aronczyk, que entrevistó a Harrison antes de que muriera en 2021.

Armando el equipo

Para hacerse con el contrato de la GCC, Harrison reunió un equipo de profesionales de las relaciones públicas, tanto experimentados como novatos. Entre ellos estaba Don Rheem, que no tenía credenciales en el sector, pero había estudiado ecología antes de convertirse en periodista medioambiental.

Una refinería estadounidense

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,

Las grandes industrias contaminantes formaron la Coalición Global por el Clima (GCC), con el fin de detener cualquier regulación medioambiental.

"Pensé: 'Vaya, esta es una oportunidad para tener un asiento en primera fila en probablemente uno de los temas más urgentes de política científica y política pública a los que nos enfrentamos", dijo Rheem, al rememorar lo que pensó cuando recibió una oferta para trabajar con la GCC.

Por su parte, Terry Yosie, que acababa de ser contratado por el Instituto Americano del Petróleo, del que terminó convirtiéndose en vicepresidente, recordó que Harrison comenzó su discurso recordando a la audiencia que él fue decisivo en la lucha contra las reformas al sector del automóvil. Algo que logró al replantear el tema.

El "gurú de las relaciones públicas" propuso una estrategia para vencer a quienes ahora buscaban tomar medidas a favor del medioambiente. La receta incluía convencer al público de que los datos científicos sobre el cambio climático no eran confiables y que, además del medio ambiente, los políticos debían tener en cuenta cómo, de acuerdo con la GCC, las medidas contra los gases contaminantes perjudicarían a los empleos, el comercio y a los precios.

La jugada se llevaría a cabo a través de una amplia campaña en los medios de comunicación, en la cual no solo se publicarían artículos de opinión, sino que se contactaría directamente a periodistas para convencerlos de que el cambio climático no era una amenaza.

"Muchos periodistas estaban luchando con la complejidad del tema. Así que yo escribía notas para que los periodistas pudieran leerlas y ponerse al día", admitió Rheem.

La CCG lazó una amplia gama de publicaciones que iban desde cartas, folletos brillantes y boletines mensuales, donde se ponía en duda que el calentamiento global fuera consecuencia de la contaminación industrial y que supusiera un riesgo. La jugada permitió que la empresa de Harrison fuera citada en 500 ocasiones en los medios de comunicación en un año.

Logrando los objetivos

En agosto de 1993, Harrison hizo un balance de los progresos realizados en otra reunión con el GCC.

"La creciente concienciación sobre la falta de datos científicos corroborables ha hecho que algunos en el Congreso detengan las nuevas iniciativas", declaró en una reunión, aseguró Yosie a la BBC.

Un folleto elaborado por la empresa de Harrison
Pie de foto,

Extracto de un folleto elaborado por la empresa de Harrison para la GCC en 1994 y que sostiene el efecto invernadero es un "fenómeno natural producido por los gases atmosféricos de origen natural y que a la fecha no hay pruebas que indiquen que el clima ha cambiado como resultado de la acción humana".

"Los activistas que advierten sobre el 'calentamiento global' han reconocido públicamente que han perdido terreno en el ámbito de la comunicación durante el último año", dijo Harrison en esa ocasión, en la cual aconsejó a sus clientes ampliar la ofensiva recurriendo a otras voces.

"Los científicos, los economistas, los académicos y otros expertos de renombre tienen más credibilidad ante los medios de comunicación y el público en general que los representantes de la industria", apuntó.

Aunque la mayoría de los científicos estaban de acuerdo en que el cambio climático provocado por el hombre era un problema real que requería medidas, un pequeño grupo sostenía que no había motivo de alarma. El plan también preveía pagar a estos escépticos para que dieran discursos o escribieran artículos de opinión -unos 1.500 dólares por artículo- y en organizar giras por los medios de comunicación, para que aparecieran en las televisiones y radios locales defendiendo sus tesis.

"Mi función era identificar las voces que no estaban en la corriente principal y darles un espacio", admitió Rheem. "Había muchas cosas que no conocíamos en ese momento. Y parte de mi papel era destacar lo que no sabíamos".

Rheem recordó que los medios estaban ávidos por tener otras perspectivas distintas a las que sostenían que avanzábamos hacia una crisis ambiental.

La portada de un folleto redactado por Harrison
Pie de foto,

Harrison era "un maestro en lo que hacía", aseguró la historiadora Melissa Aronczyk, que compartió esta portada de un folleto del experto con la BBC.

"Los periodistas buscaban activamente a voces que estuvieran en contra del cambio climático. Lo que hacíamos era alimentar un apetito que ya existía", comentó.

Muchos de estos escépticos o negacionistas han rechazado que la financiación de la GCC y de otros grupos industriales haya influido en sus opiniones. Pero los científicos y ecologistas que defendías la existencia del cambio climático se encontraron con una campaña que les resultó difícil de igualar.

"La Coalición sembró la duda por todas partes y los ecologistas no sabían realmente cómo responder", recordó el activista medioambiental John Passacantando.

"Lo que sabían los genios de las relaciones públicas que trabajaban para las petroleras era que si dices algo suficientes veces, la gente empezará a creerlo", sentenció.

Una nefasta victoria

En un documento allá 1995, que Melissa Aronczyk dio a la BBC, Harrison escribió que la "GCC ha logrado cambiar el rumbo de la cobertura de la prensa sobre el cambio climático, contrarrestando eficazmente el mensaje de ecocatástrofe, gracias a la tesis de la falta de consenso científico sobre el calentamiento global".

Un folleto de la Coalición Global por el Clima
Pie de foto,

Un folleto de la Coalición Global por el Clima que dice: "A la hora de comunicar, hay que hacer hincapié en las dudas que hay en el ámbito científico sobre el cambio climático".

Se habían sentado las bases para la mayor campaña de la industria hasta la fecha: oponerse a los esfuerzos internacionales para negociar la reducción de emisiones en Kioto, en Japón, en diciembre de 1997. Para entonces, había consenso entre los científicos de que el calentamiento provocado por el hombre era detectable. Pero el público estadounidense seguía dudando.

Hasta el 44% de los encuestados en un sondeo de Gallup creía que los científicos estaban divididos. La antipatía del público facilitó que EE.UU. nunca aplicara el Protocolo de Kioto. Fue una gran victoria para la GCC.

"Creo que Harrison estaba orgulloso del trabajo que hizo. Sabía lo importante que había sido para cambiar la dirección del debate sobre el calentamiento global", afirmó Aronczyk.

El mismo año de la negociación de Kioto, Harrison vendió su empresa. Rheem decidió que las relaciones públicas no eran la carrera adecuada, mientras que Yosie pasó a otros proyectos medioambientales. Mientras tanto, el GCC empezó a desintegrarse, ya que algunos miembros se sintieron incómodos con su línea dura. Pero sus tácticas y, sobre todo, las dudas estaban ya arraigadas y sobrevivirían a sus creadores. Tres décadas después, las consecuencias están a nuestro alrededor.

"Creo que es el equivalente moral de un crimen de guerra", aseveró el ex vicepresidente Gore sobre los esfuerzos de las grandes compañías petroleras para bloquear cualquier tipo de legislación y medidas a favor del medioambiente y contra la contaminación.

Foto de Don Rheem
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Don Rheem dejó el mundo de las relaciones públicas y ahora un consultor en materia de trabajo y liderazgo.

"Estoy convencido de que, en muchos sentidos, es el crimen más grave desde la II Guerra Mundial. Las consecuencias de lo que han hecho son casi inimaginables", agregó quien aspiró a la Presidencia de EE.UU. en el año 2000.

"¿Haría algo diferente? Es una pregunta difícil de responder", admitió Rheem, quien se justificó diciendo que estaba "muy abajo" en la línea de mando de la GCC.

Sin embargo, insistió en que las investigaciones científicas sobre el clima eran demasiado inciertas en la década de los 90 como para justificar "acciones drásticas", y que los países en desarrollo -sobre todo China y Rusia- han sido en última instancia los responsables de las décadas de inacción en materia climática, y no la industria estadounidense.

"Es muy fácil crear una teoría conspirativa sobre la intención realmente perniciosa de la industria de detener por cualquier regulación. Personalmente, no vi eso", dijo, al tiempo que agregó: "Era muy joven... Sabiendo lo que sé hoy, ¿habría hecho algunas cosas de forma diferente? Quizás, probablemente".

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