Para entender este fenómeno podemos establecer tres períodos: el período prehispánico, el período hispánico y republicano hasta antes de la Segunda Guerra Mundial y el que viene después, hasta nuestros días.
En los períodos prehispánicos, que vienen desde cincomil años antes de Cristo, hasta la llegada de los Incas, el desarrollo urbano es incipiente, pero en lugares como la Costa, aparecen urbes, tal es el caso de Atacames, que Bartolomé Ruiz, el piloto de la expedición de Pizarro lo describió como una urbe de calles lineales y del tamaño de Sevilla.
En la Sierra, las urbes eran pequeñas aldeas cuando a fines del siglo XV, los Incas inician la ocupación de los Andes Septentrionales, hasta el Nudo de Pasto en Colombia.
Los Incas ya forma urbes para desarrollar centros relgiosos-militares y administrativos, como Cuzco y Quito, la segunda capital del imperio.
La llegada de los incas cambió el dominio del espacio geográfico, por la enorme red de caminos. Esta relación entre aldeas y caminos es la que da paso a urbes de mayor tamaño.
La llegada de los españoles, cambió la relación de los nativos y la gente que vivía y vive en Ecuador, pues, con la legada de los naos, carabelas y galeones, cambió la relación con el mar pasó a ser la vía de conquista, penetración y transporte a gran escala. Esto dio paso a puertos como Guayaquil, que se tornó de gran importancia, por estar en el golfo más grande de la costa del Pacífico de Sudamérica, con mucha madera para la construcción naval y con corrientes marinas propicias.
En tanto en la Sierra, la relación entre tiempo y espació, la cambió con la llegada del caballo, la rueda y la carreta, que a más de generar un nuevo sistema de transporte, acortaba el tiempo y el esfuerzo para ir de un lugar a otro. Esto a su vez requirió de un nuevo modelo de ocupación del espacio físico, que es el modelo feudal. Este modelo que se desarrolló en India, era un modelo en que un castillo o casa hacienda, operaba como centro de la ciudad, conformada por trabajadores en tierras propias o tierras de cultivo concedidas a los peones o siervos, a los que a cambio de esta concesión, se le cobraba impuestos, tributos, servicios incluidos servicios sexuales, y más formas de opresión, con la que operaban las relaciones dentro y fuera de los imperios cristianos de Europa.
Esto dio paso a ciudades que en la Sierra de Ecuador, estaban encabezadas por Quito y Cuenca. Estas ciudades tuvieron un crecimiento a lo largo de la Colonia y la República, pero no se dio el fenómeno de crecimiento explosivo, con excepción de Quito, como lo que se dio en las ciudades de la costa, desde el aparecimiento de la revolución de los antibióticos y vacunas después de la Segunda Guerra Mundial.
Los antibióticos, y las vacunas, disminuyeron la mortandad en la Costa, que con el aparecimiento de la agroindustria de la caña, el tabaco, cacao y la exportación bananera, atrajeron una migración masiva tal, que de un cuarto de los habitantes del país que vivían en el litoral, pasaron a ser mayoría los habitantes costeños.
En la Amazonía, las ciudades eran pequeñas villas que empezaron a aparecer en el siglo XV cuando llegaron los conquistadores, que crearon aldeas, para refugio de los buscadores del "Dorado" esto es del oro. Para los años 70, la segunda reforma agraria impulsada por la dictadura de Rodríguez Lara, otorgó tierras a los llamados "colonos", indígenas y mestizos en su mayoría de la Sierra, que se aventuraron en la Amazonía, apoyados por el ejército, el Cuerpo de Paz, las Misiones Evangélicas en competencia con las Católicas.
Como consecuencia de esta ola migratorios, aparecieron ciudades que de alguna manera han crecido de manera más ordenada que las de la Costa.
Desde los años 50, la población que en su mayoría estaba en los campos, comenzó a crecer en las ciudades hasta que en el siglo XXI la mayor población está en las cuidades. Un fenómeno planetario que ha convertido a las ciudades en madrigueras humanas, donde además se cultiva su ingenio y talento.
Los campos están siendo ocupados por empresas de agricultura, o camaroneras, que compran las propiedades de los campesinos o incluso les invaden, si no tienen escrituras.
En la medida en que desaparecen especies silvestres y domésticas, la agroindustria, la explotación maderera, las camaroneras, se convierten en el principal agente causal de la pérdida de material genético del país, además de factores de expulsión de los campesinos del campo a la cuidad.
Esta migración y crecimiento urbano en Ecuador, se ha debido sobre todo a la presencia de escuelas, colegios y universidades. Las personas se organizan para enviar a sus familias a vivir en la ciudad o en las villas, a cambio de poder educar a sus hijos.
Pero las condiciones del planeta están cambiando. Las ciudades se están agotando como reducto de la vida humana por ser focos de insalubridad, inseguridad y contaminación. En tanto los recursos tecnológicos modernos, permiten hacer el trabajo que antes era exclusivo de la ciudad en áreas más naturales y amables. En la medida en que las ciudades dejan de ser el eje de la vida humana, la sociedad va pasando de la política, que es el poder de las ciudades a la democracia, que es el poder de cada persona.
Así pues la evolución de los ciudadanos a personas, implica que las personas dejan de ser idividuos prioritariamente urbanos y pasan a ser seres sin fronteras, ciudades y límites, viajeros por el internet, por los nuevos medios de transporte dentro y fuera del planeta y conocedores y aliados de la naturaleza y el universo en todas sus manifestaciones.
En los períodos prehispánicos, que vienen desde cincomil años antes de Cristo, hasta la llegada de los Incas, el desarrollo urbano es incipiente, pero en lugares como la Costa, aparecen urbes, tal es el caso de Atacames, que Bartolomé Ruiz, el piloto de la expedición de Pizarro lo describió como una urbe de calles lineales y del tamaño de Sevilla.
En la Sierra, las urbes eran pequeñas aldeas cuando a fines del siglo XV, los Incas inician la ocupación de los Andes Septentrionales, hasta el Nudo de Pasto en Colombia.
Los Incas ya forma urbes para desarrollar centros relgiosos-militares y administrativos, como Cuzco y Quito, la segunda capital del imperio.
La llegada de los incas cambió el dominio del espacio geográfico, por la enorme red de caminos. Esta relación entre aldeas y caminos es la que da paso a urbes de mayor tamaño.
La llegada de los españoles, cambió la relación de los nativos y la gente que vivía y vive en Ecuador, pues, con la legada de los naos, carabelas y galeones, cambió la relación con el mar pasó a ser la vía de conquista, penetración y transporte a gran escala. Esto dio paso a puertos como Guayaquil, que se tornó de gran importancia, por estar en el golfo más grande de la costa del Pacífico de Sudamérica, con mucha madera para la construcción naval y con corrientes marinas propicias.
En tanto en la Sierra, la relación entre tiempo y espació, la cambió con la llegada del caballo, la rueda y la carreta, que a más de generar un nuevo sistema de transporte, acortaba el tiempo y el esfuerzo para ir de un lugar a otro. Esto a su vez requirió de un nuevo modelo de ocupación del espacio físico, que es el modelo feudal. Este modelo que se desarrolló en India, era un modelo en que un castillo o casa hacienda, operaba como centro de la ciudad, conformada por trabajadores en tierras propias o tierras de cultivo concedidas a los peones o siervos, a los que a cambio de esta concesión, se le cobraba impuestos, tributos, servicios incluidos servicios sexuales, y más formas de opresión, con la que operaban las relaciones dentro y fuera de los imperios cristianos de Europa.
Esto dio paso a ciudades que en la Sierra de Ecuador, estaban encabezadas por Quito y Cuenca. Estas ciudades tuvieron un crecimiento a lo largo de la Colonia y la República, pero no se dio el fenómeno de crecimiento explosivo, con excepción de Quito, como lo que se dio en las ciudades de la costa, desde el aparecimiento de la revolución de los antibióticos y vacunas después de la Segunda Guerra Mundial.
Los antibióticos, y las vacunas, disminuyeron la mortandad en la Costa, que con el aparecimiento de la agroindustria de la caña, el tabaco, cacao y la exportación bananera, atrajeron una migración masiva tal, que de un cuarto de los habitantes del país que vivían en el litoral, pasaron a ser mayoría los habitantes costeños.
En la Amazonía, las ciudades eran pequeñas villas que empezaron a aparecer en el siglo XV cuando llegaron los conquistadores, que crearon aldeas, para refugio de los buscadores del "Dorado" esto es del oro. Para los años 70, la segunda reforma agraria impulsada por la dictadura de Rodríguez Lara, otorgó tierras a los llamados "colonos", indígenas y mestizos en su mayoría de la Sierra, que se aventuraron en la Amazonía, apoyados por el ejército, el Cuerpo de Paz, las Misiones Evangélicas en competencia con las Católicas.
Como consecuencia de esta ola migratorios, aparecieron ciudades que de alguna manera han crecido de manera más ordenada que las de la Costa.
Desde los años 50, la población que en su mayoría estaba en los campos, comenzó a crecer en las ciudades hasta que en el siglo XXI la mayor población está en las cuidades. Un fenómeno planetario que ha convertido a las ciudades en madrigueras humanas, donde además se cultiva su ingenio y talento.
Los campos están siendo ocupados por empresas de agricultura, o camaroneras, que compran las propiedades de los campesinos o incluso les invaden, si no tienen escrituras.
En la medida en que desaparecen especies silvestres y domésticas, la agroindustria, la explotación maderera, las camaroneras, se convierten en el principal agente causal de la pérdida de material genético del país, además de factores de expulsión de los campesinos del campo a la cuidad.
Esta migración y crecimiento urbano en Ecuador, se ha debido sobre todo a la presencia de escuelas, colegios y universidades. Las personas se organizan para enviar a sus familias a vivir en la ciudad o en las villas, a cambio de poder educar a sus hijos.
Pero las condiciones del planeta están cambiando. Las ciudades se están agotando como reducto de la vida humana por ser focos de insalubridad, inseguridad y contaminación. En tanto los recursos tecnológicos modernos, permiten hacer el trabajo que antes era exclusivo de la ciudad en áreas más naturales y amables. En la medida en que las ciudades dejan de ser el eje de la vida humana, la sociedad va pasando de la política, que es el poder de las ciudades a la democracia, que es el poder de cada persona.
Así pues la evolución de los ciudadanos a personas, implica que las personas dejan de ser idividuos prioritariamente urbanos y pasan a ser seres sin fronteras, ciudades y límites, viajeros por el internet, por los nuevos medios de transporte dentro y fuera del planeta y conocedores y aliados de la naturaleza y el universo en todas sus manifestaciones.