Ya desde antes de la conquista de los Incas, las mujeres tuvieron un rol importante en la vida de las etnias y nacionalidades indígenas que ocupaban el territorio de lo que hoy es Ecuador.
Cinco mil años antes de Cristo, la cultura de Valdivia rendía culto a las mujeres, pues al parecer allí, en la zona costera de la Península de Santa Elena, existía un modelo de matriarcado, que permitió el aparecimiento de la agricultura, con el cultivo del maíz, el algodón y la yuca.
En la cultura de Bahía, a diferencia de otras culturas en que se rinde culto a dioses, y astros de caracter masculino, y aunque la luna en castellano sea femenina, en los indigenas shuaras, la luna es masculino. En el caso de la Cultura de Bahía, lo llamativo es el culto a una diosa mujer, llamada Umiña, que se la representaba como una mujer con una esmeralda en la frente.
En las culturas andinas, también había un culto a la mujeres, que se la representaba como la madre tierra. Fue precisamente este culto, lo que facilitó a la religión Católica, el culto a la Virgen María, diferencia fundamental con lo protestantes, que rinden un culto exclusivo a Cristo.
Pero a diferencia de la cultua de Bahía y de las culturas andinas en que la mujer representa fertilidad y placer, en el cristianismo, la mujer representa la causa del pecado.
Desde la llegada de los conquistadores, la mujer tiene un rol en que es tentación y pecado, pues se le acusa de haber provocado la expulsión de los humanos del Paraíso, al caer en la tentación del diablo cuando comió de la manzana del conocimiento, lo que significó la expulsión del paraíso, para Adán y Eva y el que tuviera que parir con dolor. Pero por otro lado la mujer en el cristianismo representa la maternidad, representada en la imagen de la Virgen y el niño dios.
Desde la llegada del Cristianismo, la mujer representa la tentación y la doble moral, pues a los hombres se les está permitido el goce de los llamados placeres de la carne, pero a la mujer no. Esto dio paso a una represión de las mujeres, que estaban condenadas ser subordinadas a los hombres, primero como padres, a sus hermanos que eran sus custodios, y a su marido.
Este sometimiento por siglos, era contrario al rol que mujeres, como las de la nacionalidad Kayambi-Caranqui, que resistieron a los Incas con un ejercito de mujeres, o las míticas indígenas de la Amazonía que dieron el nombre al gran río.
Sólo a finales de la colonia, las mujeres vuelven a ser protagonistas de la historia, al participar activamente en la independencia, primero Manueala Cañizárez, que es la principal animadora de la declaración de independencia de la Real Audiencia de Quito en 1809 y luego Manuelita Saenz, la amante de Simón Bolivar, que renuncia a su matrimonio para acompañar al Libertador en su gesta libertaria.
Sería necesario luego casi un siglo para que las mujeres vuelvan a ser protagonistas de la historia. En la Revolución Liberal, las mujeres de la Costa, se levantan contra los soldados serranos. Dirigidos por Eloy Alfaro, acompañan a sus maridos y a sus hijos en las llamadas "montoneras", sirviendo no sólo como parte de la familia, sino como prostitutas y como cocineras, que inspiraban el heroísmo de los campesinos sublevados.
En la sierra, Dolores Cacuango, es la primera voz femenina indígena que se levanta contra la opresión de los terratenientes, que de ser conservadores, pasaron a ser liberales, y con ella se fueron poco a poco levantando las indígenas, hasta que en los años sesenta, ellas son el motor de la invasiones de las Haciendas, con Tránsito Amaguaña, hasta llegar a las actuales líderes indígenas mujeres.
En la Amazonía, culturas como los Huaoroni, mantenían un matriarcado, en que las mujeres eran las que decidían con quién tendrían sexo y de quién serían sus hijos, y esto fue de suma importancia, en esta etnia que vivía en clanes familiares, bajo un mismo techo donde se compartía todo, desde los hombres y la mujeres hasta la responsabilidad de la caza, la pesca y la protección de los niños y los ancianos.
En tanto en los Shuaras y los Achuar, el mayor grupo etnico amazónico, la mujer vivía la peor de todas las forma de opresión hasta 1927, en que los Salesianos, una congregación católica, logra agrupar a las mujeres en comunidades y les da otro rol, a partir de su firme oposición a la poligamia, llegando hoy en día a ser el eje de la organización en las aldeas de estas nacionalidades.
La Revolución Rusa, y el marxismo, despierte la dignidad de las mujeres y les permite por primera vez pensarser como iguales, y su influencia es tal que ellas pasan a ser parte de las pensadoras y protagonistas de conquistas sociales
El divorcio desde los años 40, libera a las mujeres de la clase media y alta del matrimonio como mecanismo de opresión. Esto funciona sobre todo en la zonas donde la iglesia, tiene influencia como la Sierra. En la Costa las mujeres, viven una
Desde la Revolución Liberal, la mujeres puede ingresar a los colegios, desempeñarse como profesora, empleada publica. Su lucha para entrar la universidad, se produce en los años 50 y para los 70 su presencia en la universidades le da otro papel.
Con la llegada de la radio en los años cuarenta, la televisión en los sesenta, y el internet en los noventa, el rol de la mujer fue cambiando de manera dramática. Las mujeres recibieron una influencia directa de las telenovelas, las películas y la las noticias, dando a su mente otras fronteras.
Este cambio de conducta, fue un choque directo con las conductas machistas, y hembristas, pues es poder de los hombres sobre las mujeres en América Latina se sostiene en las críticas, comentarios, juicios y prejuicios con los que las mujeres se califican a sí mismas y se discriminan entre ellas.
En esta competencia entre mujeres, pues entre ellas reina mucho menos la solidaridad, el respeto mutuo y el contubernio que en los hombres, que están conscientes que desacreditar a otro hombre es un boomerang, algo que es mejor no hacerlo, porque aquí en que no cae resbala y todos tienen cola de paja, por lo que no conviene jugar con el fuego del descrédito y el rumor.
Las mujeres por el contrario, juegan con el puritanismo, la castidad, la honestidad sexual, la decencia, la moral religiosa, la fidelidad y otras serie de valores que los ponen en pedestales, que son los que les permiten ejercitar juicios de valor y desacreditar a otras de su mismo género, sin darse cuenta que las mujeres mas desacreditadas por otras mujeres, aquellas que pueden burlar su moral, son las que se tornan mas interesantes para los hombres. Pero lo más importante, esta falta de solidaridad entre mujeres que no son le familia, es lo que permite a los hombres su poder sobre ellas.
Los hombres juegan con la posibilidad de vivir un doble mundo el de la obligación, que es con la mujer con la que tienen un vínculo estable y el de la diversión, que es con aquellas mujeres que quieren dinero, algo pasajero o simplemente gozar. Esta opción en una sociedad que usa a los hombres como motores de la economía familiar y social, donde están obligados por cultura a estar sometidos a trabajos, jefes, patrones, leyes y todo lo que significa "responsabilidad", el encontrar la puerta de salida en las mujeres que no representan compromiso, sino claramente pasatiempo es parte de la realización personal.
Este mundo de hombres y mujeres responsables, y hombres y mujeres en planes de simple goce de la vida, se debate el nuevo rol de las mujeres, que quieren esferas de poder, espacios de independencia, libertad para decidir por si mismas en todo, el derecho a saberse ellas y no el objeto carnal que pasa de mano en mano, sea de padres a maridos, de hombres a otros hombres, de madres a esclavas domésticas, de empleadas a mesas para jefe hombres, de ser descartables a ser personas.
Las grandes transformaciones se la sociedad humana, más que deberse a factores económicos, como los señala Marx, se debe a factores sexuales, la opciones de libertad sexual en todos los aspectos es la búsqueda. En el siglo XX, esta posibilidad fue dada por la revolución Rusa, que permitió a las mujeres la posibilidadad tener hijos, sin matrimonio, y que el estado les ayudaría con ellos, dado que Rusia había sufrido la Primera Guerra Mundial, la Revolución Bolchevique y la peste de la gripe, esto significó una catástrofe eco-humanitaria en que la población se vio drásticamente disminuida, por lo que se hizo necesario la libertad sexual en todos los aspectos, con amparo del gobierno para que hubiera un población suficiente, para un país que tiene las fronteras más grandes del mundo y necesita hoy, al menos 20 millones de soldados.
En la Segunda Guerra Mundia, Estados Unidos necesitaba mano de obra para su naciente industria, y con la presencia del cine y la televisión, aportó a la liberación sexual de las mujeres, que pasaron a ser durante la guerra, la mayor fuerza laboral. Europa, desbastada por la destrucción sufrida con una gran mortandad de hombres, dio paso también a conductas sexuales liberadas de aquellas conductas de la era victoriana. Esto convirtió a las mujeres de los países desarrollados de occidente en motores de cambio en la conducta y vida de las mujeres del mundo.
Estos logros en que las mujeres se convirtieron de mártires beneficiarias de las guerras en el siglo XX, en el siglo XXI se traducen en precocidad en la actividad sexual. El sexo íntimo es practicado desde los primeros años de la pubertad, tolerancia a la rotación de parejas, a la homosexualidad, a la poligamia.
Esto además se debe a que la relación sexual tiene ahora otros matices, en que van desde el uso del cuerpo humano como consolador gracias a la cultura del preservativo, hasta consoladores mecánicos, sexo interactivo, sexo sin fronteras, sexo sin consecuencias.
El sexo sin consecuencia, sea quizás la mayor innovación de la conducta sexual del siglo XX, este sexo sin consecuencias va desde la masturbación con recursos tecnológicos ultra-sofisticados, en pareja, en grupo, hasta la relación sexual de pareja, grupal, e imaginaria que permite la internet y otras nuevas formas de éxtasis sexual y vínculo afectivo.
Ante esta nueva realidad, el rol de los hombres y las mujeres en el mundo y en Ecuador va cambiando, se trata de relaciones en igualdad de condiciones, en condiciones de mutua satisfacción, en espacios donde el talento y las habilidades son lo que vale, no las discriminaciones por el género, la raza, el nivel económico, la religión, ni la filiación política. Tanto los hombres como las mujeres quieren hacerse valer por lo que son, y quieren ser reconocidos por eso, pero esto se ve confrontado por una sociedad que quiere reconoce a las personas por lo que tienen, sea un título profesional, que cuanto más caro en tiempo y en dinero necesite, vale más, por la riqueza material, que enrola a personas dentro de círculos que manejan los recursos materiales y humanos de un país, dentro de identidades políticas o religiosas, que te crea vínculos dogmáticos, para desempeñar trabajos por tus compromisos ideolólgicos. Ante esta situación las mujeres va reaccionando, se preguntan ¿Quién soy? y posiblemente sólo encuentran su nombre, y lo único que quieren es que ese nombre, sea respetado, considerado, incluido dentro de la vida del lugar que les permite su existencia y la de los seres que ama.