Hace 6 semanas en Italia se identificó el modo patógeno de afectar a los humanos del covid 19, pero se fue necesario que la mayor cantidad de muertos pasara de Italia a Inglaterra para confirmar el dato. Tambien señalé que el tratamiento debía partir de rehidratación temprana porque los virus afectan por lo general al equilibrio hidroelectrolítico del cuerpo. El principal error que se cometió en el manejo de pacientes en Guayaquil fue postergar la rehidratanción temprana. En segundo lugar estaba la administración de oxigeno, que es mas importante que la ventilación mecánica, pero se optó por priorizar la ventilación mecánica que es mas cara, porque necesita de equipos y cuidados especiales, lo que produjo muchos muertos, pues el oxigeno de por sí al mismo tiempo actuaba como antibiótico, pues las bacterias y virus no toleran una concentración alta de oxigeno. En cambio los equipos al pasar de un paciente a otro se convertían en transmisores de la enfermedad.
Otro error fue que los pacientes fuesen atendidos en salas de emergencias y hospitales donde habían otro tipo de enfermos, pues el personal de salud y de limpieza los contagiaban y al tener mas exposición y estar debilitados por enfermedades, cirugías o tratamientos eran víctimas fáciles del coronavirus. Otro error es que el personal que hace las pruebas se convierte en portador de la enfermedad y al no mudar sus guantes y vestuario al pasar de una persona a otra pasan de enfermos a sanos el problema. Habíamos respaldado el uso de acido acetil salicílico para prevenir la enfermedad, y el uso de heparina en pacientes intrahospitarios, porque los dos son anticoagulantes, pero la heparina necesita control del tiempo de coagulación, la dosis de acido acetil salicílico tenía que ser de 500 mg en adultos para que además de anticogulantes actúe como antinflamatorio, porque el virus produce reacciones inflamatorias. Recomendamos es uso inmediato de corticoides inyectables como hidrocortizona 500 mg, vía intravenosa en pacientes con molestias severas y descompensación, para evitar la reacción autoalérgica que se produce al morir en masa glóbulos rojos, y abundar los factores de coagulación como el fibrinógeno que desencadenan una posible irritación o una reacción de hipersensibilidad.
Recomendamos el uso de antiespamódicos como buscapina o sistalgina o plantas antiespasmódicas como piper carpunia, o la manzanilla, porque la coagulación vascular diseminada produce, espasmo de los músculos lisos sobre todo en arterias, bronquios e intestinos, colapsando la circulación de aire, alimentos, y sangre.
El uso de antimaláricos como la quinina, o cascarilla, en alcohol una copa diaria y sus derivados sintéticos como la cloroquina y la hidroxicloroquina en la prevención, a dosis de dos tabletas de 25O mg por semana o al igual que la ivermectina a 5 mg dos tabletas al mes, usada para el tratamiento de oncocercosis y teniasis, o el uso de la artemisina, de la planta artemisa o tomillo en el tratamiento temprano de pacientes no postrados, ni descompensado también se ha probado exitosamente, estos medicamentos o plantas tienen una actividad en la sangre, donde matan a lo parásitos, y el covid 19 actúa en la sangre, por lo que es sensible a estos medicamentos pero es posible que no lo sea en todos los casos, la eficacia de estos medicamentos a lo mejor dependa del grado de alteración que producen en la sangre, de manera que las alteraciones que los antiparasitarios sanguíneos producen en la sangre sea lo que les hace efectivos.
Finalmente está el uso de plasma de pacientes recuperados o portadores sanos para ayudar a los pacientes mas graves, pues este plasma posee inmunoglobulinas que pueden frenar o eliminar al virus. Es importante señalar que el virus tambien evoluciona y que esta evolución puede ser a uno más patógeno, que esta dado por la cantidad de personas en las que puede reproducirse como virus mas agresivo, y esta posibilidad disminuye en la medida que los ancianos y pacientes con enfermedades debilitantes previas, disminuyen sea porque se exponen menos o porque mueren. La otra posibilidad es que los portadores asintomáticos, los portadores sanos, o los enfermos recuperados, producen virus atenuados que infectan a las personas pero de manera leve, los que a su vez reproducen a los virus atenuados y estos pueden llegar a convivir pacíficamente con los humanos, o que los virus, al no encontrar mas pacientes susceptibles, y encontrar mas pacientes infectados pero que aprendieron a defenderse del virus le cierran el paso y los eliminan como lo que se quiere hacer con la vacuna. Al momento las vacunas se han empezado a fabricar, y se las necesita de urgencia sobre todo para reactivar el turismo y la economía, pero la producción de inmunoglobulinas puede ser lo mas rapido de producir porque estas se las obtiene de seres humanos curados o portadores sanos y al ser de origen natural pueden tener menos reacciones indeseables, pero lo que se quiere es producir sintéticamente las innmunoglobulinas, es decir copiar su estructura y producirla artificialmente, sin embargo esto lo pueden hacer los países pobres simplemente sacando plasma de los que se curan e inyectando a los enfermos hasta tener la vacuna.
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Coronavirus | De enfermedad respiratoria a multisistémica: cómo en pocas semanas cambió radicalmente lo que sabemos sobre la covid-19
Cuando hablas con médicos de las unidades de cuidados intensivos (UCI) en Reino Unido y otros países del mundo que lidian desde hace semanas con los efectos devastadores de la covid-19, la frase que repiten una y otra vez es: "Nunca hemos visto algo como esto".
Sabían que se venía una nueva enfermedad: una desconocida infección respiratoria que había aparecido por primer vez en China a finales del año pasado.
Pero los casos que fueron llegando tomaron incluso a los especialistas más experimentados de las UCI por sorpresa.
La mayoría de la gente infectada con el nuevo coronavirus tenía sólo síntomas moderados y, en algunos casos, ninguno.
Pero en muchos de los pacientes gravemente enfermos, la covid-19 es una enfermedad extremadamente compleja.
Lo que sigue es un resumen de lo que los médicos aprendieron en estos meses de cómo la covid-19 ataca al cuerpo humano y de todo lo que aún continúa siendo un misterio.
Más que una neumonía viral
Si bien la mayoría de los médicos "esperaban encontrarse con un virus respiratorio que causa neumonía, algo parecido a la gripe estacional pero en una escala mucho mayor", se hizo evidente rápidamente que el virus afectaba mucho más que la respiración de la gente, le dice a la BBC Anthony Gordon, médico de la UCI del Hospital St Mary en Londres.
La neumonía viral es una enfermedad desagradable -una infección grave de los pulmones que provoca inflamación a medida que el cuerpo lucha contra ella-, pero en los peores casos, la covid-19 era algo totalmente nuevo.
"Es un tipo de enfermedad muy distinta a lo que hemos visto hasta ahora y difiere de paciente a paciente como ninguna otra", dice Ron Daniels, médico de una UCI denBirmingham, Reino Unido.
A los pacientes más graves les provoca inflamación y coágulos de sangre, ataca múltiples órganos y causa problemas que ponen su vida en riesgo.
"Hemos tenido pacientes muy, muy enfermos cuya masa corporal sufre unos cambios profundos", le dice a la BBC Beverly Hunt, especialista en trombosis que trabaja en una UCI en Londres.
Oxígeno
En marzo, cuando el virus empezó a propagarse más rápidamente en Reino Unido, a los hospitales llegaban pacientes con falta de oxígeno.
Pero también otros, los más graves, que presentaban problemas en órganos más allá del sistema respiratorio y cuya sangre tenían características que los médicos no pueden explicar.
"Aún no sabemos por qué algunos pacientes se sienten bien al principio, aunque tengan niveles bajísimos de oxígeno en su sangre", dice Hugh Montgomery, médico de cuidados intensivos del Hospital Whittington, en el norte de Londres.
Anthony Gordon cree que esto "podría estar vinculado a que la inflamación está afectando a los vasos sanguíneos".
"(La infección) No le permite al oxígeno llegar a la sangre y eso da lugar a los bajos niveles (de saturación), pero los pulmones no se ven afectados en esta primera fase".
Por eso muchos médicos se han cuestionado si el uso de ventiladores artificiales para ayudar a los pacientes a respirar es lo más indicado para esta enfermedad.
Si bien ha contribuido a la recuperación de muchos pacientes graves, en algunos poner el foco en los pulmones resultó ser un tratamiento equivocado.
Normalmente, los afectados con neumonía viral grave deben estar conectados a un ventilador durante una semana.
Con covid-19, "la gente está conectada a un ventilador por mucho más tiempo, y no entendemos por qué", le dice a la BBC Danny Macauley, médico de la UCI del Hospital Real Victoria Hospital de Belfast, Irlanda del Norte.
"Puede que sea porque el viruscontinúa haciendo daño o que sea la propia respuesta al virus la que genera tal inflamación que causa múltiples problemas en el cuerpo".
Y, muchos de estos problemas, están vinculados a la sangre.
Inflamación y coágulos
Todos concuerdan en que el nivel sin precedentes de infección de los pulmones hace que la covid-19 sea una enfermedad muy diferente.
Cuando las paredes de los vasos sanguíneos se inflaman, es más probable que la sangre forme coágulos. Y la covid-19 hace que la sangre se vuelva muy espesa y pegajosa en los pacientes gravemente enfermos.
"Hemos hallado pequeños coágulos en los vasos sanguíneos pequeños de los pulmones, pero también coágulos grandes en las mayores arterias", dice Hugh Montgomery.
"Más del 25% de los pacientes tienen coágulos importantes, lo que es un problema. Y cuanto más espesa es la sangre, más grande el problema".
Estos pacientes de covid-19 "son mucho más propensos a tener una trombosis venosa profunda", la que se produce cuando se forma un coágulo de sangre (trombo) en una o más venas profundas del cuerpo, generalmente en las piernas, explica Berverly Hunt.
"Y a sufrir de embolismo pulmonar si uno de estos trombos viaja por el cuerpo y bloquea el suministro de sangre a los pulmones, sumándose al problema de la neumonía".
Los coágulos también dificultan la llegada de la sangre a otros órganos, como el corazón o el cerebro, lo cual deja a los pacientes graves en riesgo de sufrir un ataque cardíaco o cerebral.
La proteína principal de la sangre que forma los coágulos se llama fibrinógeno.
"Normalmente, tenemos entre dos y cuatro gramos por litro (...), pero con la covid-19, el nivel aumenta a entre 10 y 14 gramos. Nunca vi algo así en todos mis años como médica", dice Hunt.
Otra forma de medir el riesgo de coágulos es a través de una proteína en la sangre conocida como dímero D, cuyo nivel también aumenta de forma desmedida en pacientes con covid-19 graves.
Sistema inmune y otros órganos
En algunos casos el nivel elevado de dímero D pueden deberse a la presencia de múltiples coágulos.
En otros, indica la existencia de una infección tan grave que puede dar lugar a una reacción desproporcionada y potencialmente mortal del sistema inmune, conocida como "tormenta de citoquinas" o citocinas.
La inflamación es tal que puede dañar al resto de los órganos.
Por otro lado, el número de linfocitos T -un tipo de células sanguíneas del sistema inmune- se reducen dramáticamente durante una tormenta de citoquinas.
Por eso, investigadores esperan que aumentar la cantidad de células T pueda ayudar a los pacientes a recuperarse.
Todos estos factores hacen que la covid-19 sea altamente impredecible: es lo que los especialistas llaman una enfermedad multisistémica.
Esto es lo que hace más difícil saber cómo tratar a cada paciente individual. Y, por el momento, no hay un manual que explique qué hacer.
"No son solo los pulmones los que se ven afectados", dice Hugh Montgomery. "También daña los riñones, el corazón, el hígado".
Más de 2.000 pacientes admitidos en terapias intensivas en Reino Unido han sufrido insuficiencia renal.
El cerebro de los pacientes gravemente enfermos también es causa de preocupación.
"Ahora sabemos que un gran número de pacientes (con covid-19) sufren una inflamación significativa en el cerebro", dice Montgomery.
"Esta se presenta de varias formas, desde delirios y confusión, hasta convulsiones y lo que llamamos encefalitis difusa", explica.
La falta de oxígeno y los vasos sanguíneos dañados son claramente parte de la ecuación.
Pero cada vez hay más evidencia de que muchos órganos son atacados directamente por el virus y, sorprendentemente, las enfermedades preexistentes más comunes vinculadas a los efectos de la covid-19 no son problemas respiratorios como el asma.
En cambio, las afecciones vasculares que afectan a las venas y las arterias, como la presión alta, la diabetes y las enfermedades coronarias, además de otros factores asociados como el género, la obesidad y sobre todo la edad, constituyen un factor de peso.
Según cifras oficiales, más del 70% de los pacientes admitidos en las UCI de Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte han sido hombres, y más del 70% tenían sobrepeso o eran obesos.
Más de dos tercios de quienes fueron ingresados en cuidados intensivos por covid-19 y murieron tenían más de 60 años.
Desafíos
Sin embargo, esto no explica por qué tanta gente infectada es asintomática o tiene síntomas leves, mientras que otros se enferman gravemente en un lapso de tiempo breve.
Muchos médicos creen es muy posible que la genética sea uno de los factores en algunos pacientes que se enferman gravemente con covid-19, pero no pueden asegurarlo.
Es posible, por ejemplo, que la variación genética que te hace más susceptible a tener la presión alta o diabetes también te haga más vulnerable ante virus".
Por el momento, hay tantas preguntas como respuestas.
Barbara Miles dice que lidiar con la covid-19 le ha supuesto el aprendizaje más grande de su carrera.
"Nos gustaría saber más sobre cómo tratar y prevenir los coágulos de sangre en estos pacientes, cuál es el tratamiento para evitarlos y cuál el tratamiento óptimo cuando se producen", dice.
Acertar con la combinación de fármacos es crucial, ya que al tratar de resolver un problema muchas veces se crean otros.
Pero otro de los grandes desafíos clínicos es cómo mejorar los resultados en los pacientes ingresados en cuidados intensivos.
"Hemos aprendido un montón y el trabajo en equipo ha sido increíble, pero ha sido difícil", confiesa Anthony Gordon, quien tiene más de 20 años de experiencia en la UCI.
"A veces he regresado a casa pensando: 'No sé si lo que hice hoy fue lo correcto'".
"Estamos teniendo que aprender en pocos meses lo que hemos aprendido a lo largo de cientos de años sobre otras enfermedades, y eso ha sido un verdadero desafío".