Cómo se vive el deterioro ambiental y humano en Quito

Quito, la ciudad más contaminante de la atmósfera en los Andes de Ecuador y vecina a los nevados Cayambe, Antisana, Cotopaxi, e Ilinizas, ha visto cómo desde la llegada de la movilidad y la industria contaminante de la atmósfera, le hicieron  perdier los glaciares de los dos volcanes Puchincha, que nacen en el borde occidental de la capital de Ecuador.




El problema de la contaminación de Quito es no sólo un problema político, sino un problema económico, un problema ecológico, un problema sanitario, y un problema viejo convertido en problema de comportamiento poblacional o cultura.
Es que desde hace años,  los alcaldes de la ciudad trabajan para ganar las próximas elecciones, no para proteger a la ciudad, a los ciudadanos ni para corregir los errores urbanísticos, administrativos, o el grave problema de la corrupción, que ha creado una cultura de ladrones, hipócritas y metirosos.
Con la llegada de la internet y del correo electrónico,  esta conducta sse han convertido en la omisión, es decir a la escusa de que no recibió el correo, o que el jefe está ocupado, que tenemos prioridades, en la fórmula para que los problemas de la ciudad adquieran dimensiones colosales.
Estos errores del municipio ya están produciendo el abandono de barrios enteros como el Centro Histórico, La Mariscal, y la pédida  lo que ha sido una de las fuentes de ingresos de la población, el turismo.
La ciudad, comenzó a perder turistas desde la crisis inmobiliaria de Estados Unidos y Europa, en el 2008, ahora no tiene turistas por más de uno o dos días,  porque se convirtió en una ciudad con una atmósfera sucia, o calles peligrosas, donde los delincuentes que escapan de la guerra al narcotráfico, o conflicto interno armado, como le llama el actual presidente, y que se libra sobre todo en la Costa de Ecuador, salen de sus guaridas, cárceles o barrios miseria,  e invaden la capital y aquí encuentran en las casas, calles, parques abandonados que se convierten en  sus madrigueras ,  sus albegues, sus centros de operaciones.
Quito tiene el 40 por ciento de los vehículos motorizados con combustibles fósiles, de todo el país, y estos están produciendo alteraciones irreversibles en el clima en el comportamiento de las personas, pues los conductores en la capital , son personas que se inflan en su vanidad, se creen seres humanos diferentes, superiores a los que caminan por las veredas, conducen bicicletas o se mueve en transporte público, piensan que tienen más derechos,  porque tiene auto.
Además, el municipio les construye calles, avenidas, estacionamientos, semáforos y mas,  en tanto en los barrios,  las paredes de las casas se ponen negras por el humo de los buses y autos.
En Quito,  los conductores tienen derecho a ensuciar la atmosfera y las paredes de las casas y los mendigos a escupir, mearse y cagarse en cualquier parte, como lo hacen los vagabundos y migrantes pobres de Colombia, Venezuela, la Costa, o los Andes del país, que llegan o los grafiteros, cobardes, y taimados, que viven la doble moral, y  que son los estudiantes que rayan las paredes con adefesios, en las noches,  luego de pasar por esas calles camino a sus centros de estudio.
En Quito, los conductores tienen derecho consuetudinario de atropellar a los perros o las personas que se cruzan en su camino. 
Los hombres y las mujeres que tienen un auto creen que su atractivo aumenta exponencialmente, a pesar de su porte pequeño, su cara hostil, su conducta apurada y, en fin, a su fea apariencia que la encubren con  costosa ropa o el caro automóvil.
El estudiante que llega en su carro se cree superior a sus compañeros peatones. Cuando llegan a la universidad, a la fiesta, al bar, al restaurante e incluso al parque, sin el auto, piensan que son nadie, incluso para caminar tienen que sentir y lucir en sus manos las llaves de su vehículo, para saberse personas.
Es tan alienante el automóvil en la cultura de los quiteños y los migrantes a la capital, que hasta en parques como el Parque de Guápulo, donde hay estacionamiento para autos, los usuarios del parque sobornan a los guardias para que le permitan a su carro, que es más importante que su familia, o los visitantes del parque, incluso que ellos mismos, estacionarse en el interior, donde sólo las personas y los perros tienen derecho a circular.
Pero al alcalde, que es de la Revolución Ciudadana, al igual que la prefecta, es decir, de partido del expresidente Correa, lo que más les interesa es ganar las próximas elecciones en el año 2026, para eso lo más importante es permitir que la clase media, a la que se pertenecen, sea la dueña de la ciudad. Esta clase media la conforman los que nunca tuvieron y llegan a tener, pero locos se quieren volver, los que hasta palitos en los ojos se quieren meter cuando tiene un auto.
Esa clase media y los pobres con autos o motos, aunque sin casa, o estudios,  pueden dar la victoria en las elecciones, como lo hacen los pobres en Guayaquil, donde la gente es y está alienada por los equipos de futbol Barcelona y Emelec que  lo han convertido en estupidos y violentos.
Quito está viviendo la agonía de sus glaciares, la expansión urbana en áreas agrícolas, una inmigración de los desgraciados del país y países vecinos, pero sobre todo una contaminación, que fue la causa para que los glacieres del Pichincha desaparecieran, la pandemia del Covid matara más gente en esta ciudad que en ninguna otra, que el cáncer se haya convertido en la principal causa de muerte, vive el riesgo de perder las fuente de agua potable que están en los paramos y que finalmente el turismo haya desaparecido.
Pero el alcalde no tiene los cojones para cambiar la movilidad urbana de contaminante a no contaminante y este es su Talón de Aquiles, mejor dicho su debiidad y es la debilidad de los alcaldes que vendrán, pues a los candidatos,  lo  que más les interesa,  es ser payasos compalacientes de una poblacion física, y moralmente deteriorada,  que vive el declive en  sus cualidades humanas,  a la par que su entorno empeora.

“La desaparición del último glaciar de Venezuela es un espejo de lo que pasará en Colombia y Ecuador”

Pico Humboldt en diciembre de 2023, Sierra Nevada de Mérida, Venezuela.

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Pie de foto,Pico Humboldt en diciembre de 2023, Sierra Nevada de Mérida, Venezuela.

"Nos da mucha tristeza porque Mérida siempre ha sido la Ciudad de las Nieves Eternas".

Son palabras de Luis Daniel Llambi, un investigador de la Universidad de los Andes (Mérida, Venezuela) quien lleva años estudiando el glaciar Humboldt, ubicado en la cordillera de Mérida, una cadena montañosa en el suroeste de Venezuela que forma parte de los Andes.

El ecólogo venezolano responde así a una noticia que ha entristecido a la comunidad científica venezolana y a la población en general.

A principios de mayo, la Iniciativa Internacional sobre el Clima Criosférico (ICCI), una organización que monitorea las zonas heladas y nevadas del planeta, aseguró en la red X (antes conocida como Twitter) que el último glaciar venezolano, conocido como Humboldt o La Corona, se había vuelto "demasiado pequeño para ser clasificado como glaciar".

"Esto convierte a Venezuela en el primer país de la cordillera de los Andes en perder todos sus glaciares", afirma la publicación.

Pese a ubicarse en pleno trópico, Venezuela tenía a principios del siglo pasado al menos cinco glaciares, gracias a la altura de sus montañas andinas que se elevan a hasta 5.007 metros sobre el nivel del mar.

Los primeros registros glaciares de la Sierra Nevada datan del año 1910, cuando el ingeniero y naturalista venezolano Alfredo Jahn mapeó la zona e indicó que los glaciares cubrían un área de al menos 10 kilómetros cuadrados.

Estaban repartidos en los picos Bolívar, Bonpland, La Concha, Espejo y Humboldt.

Los últimos glaciares en desaparecer antes del de Humboldt fueron el de La Concha en 1990 y el del pico Bolívar en 2017.

Pico Humboldt en 2008, estado Mérida, Venezuela.

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Pie de foto,Pico Humboldt en 2008, estado Mérida, Venezuela.

Actualmente en la cima del Humboldt "sólo queda un parche de hielo" que no cuenta con la dinámica propia de un glaciar, según Llambi.

El hielo en el Humboldt ha venido en retroceso desde los años 70, pero su derretimiento se ha acelerado de manera dramática desde 2016.

De los 10 kilómetros de superficie glaciar que cubrían los Andes venezolanos en 1910, actualmente quedan menos del 1%.

El 50% en 4 años

Llambi y su equipo realizaron varias expediciones en la Sierra Nevada de Mérida en 2019 y constataron que en ese entonces el glaciar medía alrededor de cuatro hectáreas.

"En la última visita que hicimos en diciembre de 2023, quedaban menos de dos hectáreas. Eso quiere decir que entre 2019 y 2023, el glaciar perdió el 50% de su superficie", le dice Llambi a BBC Mundo.

El glaciar Humboldt o La Corona, el último que queda en Venezuela, el 11 de marzo de 2022.

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Pie de foto,El glaciar Humboldt o La Corona, el último de Venezuela, el 11 de marzo de 2022.

"Es muy triste. En esa última visita, ni siquiera estábamos seguros de que volveríamos a ver nieve en el pico, por lo que nos alegró ver que quedaba algo".

Aunque no existe una medida global que determine el tamaño mínimo que debe tener una masa de hielo para ser considerada como un glaciar, el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés) afirma que un tamaño ampliamente aceptado es de "alrededor de 10 hectáreas".

"Hasta el último metro cuadrado"

"El hielo en el glaciar Humboldt está próximo a desaparecer por completo y debido a su tamaño actual algunos se preguntan si aún sigue siendo un glaciar o no", le dice a BBC Mundo Jorge Luis Ceballos, glaciólogo del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM) de Colombia y experto en los glaciares de la cordillera de los Andes.

"Técnicamente, de acuerdo a glaciología, ya no es un glaciar. Para ser considerado como tal, necesita un tamaño mínimo, tener movimiento y una alimentación de nieve, características que el Humboldt ya no tiene", prosigue Ceballos, quien se destaca dentro de la comunidad científica colombiana por ser el único glaciólogo del país.

"Pero se trata de una definición que cada nación puede adaptar o elegir no estar de acuerdo", explica, antes de añadir que países como Argentina y Chile contabilizan sus glaciares como aquellas masas de hielo mayores a una hectárea.

"Sacan de la lista a aquellos que miden menos de una hectárea. Pero para mí y para muchos otros, incluso aquellos pedazos de hielo menores a una hectárea siguen siendo glaciares debido a que ese hielo tiene un gran valor científico, cultural, ambiental, paisajístico y hasta espiritual para algunas comunidades andinas".

Foto comparativa que muestra la progresiva desaparición del volcán nevado Santa Isabel de 2005 a 2023.

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Pie de foto,Foto comparativa que muestra la progresiva desaparición del volcán nevado Santa Isabel, en Colombia, de 2005 a 2023.

Ceballos afirma que, como encargado en Colombia de calcular las áreas glaciares, él mide cada pedacito: "Todos son importantes".

"Para mí, el glaciar La Corona sigue siendo un glaciar. Hasta el último metro cuadrado seguirá siendo un glaciar".

El glaciólogo cree que el asunto no debería ser si es o no glaciar, sino llamar la atención y darse cuenta de que se trata del "último relicto de hielo en Venezuela" y que en efecto está desapareciendo debido al aumento de las temperaturas.

Colombia y Ecuador sin glaciares en tres décadas

Un clima frío y nevado a gran altura es esencial para que existan glaciares en los trópicos.

La mayoría de los glaciares tropicales de la Tierra se encuentran en los Andes de Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia.

Los científicos, que durante mucho tiempo predijeron la desaparición del Humboldt, estiman que el aumento de las temperaturas también dejará a Colombia y Ecuador sin glaciares para 2050.

"La desaparición del último glaciar de Venezuela es un espejo de lo que pasará en Colombia y Ecuador", coincide el experto venezolano Luis Daniel Llambi.

Gran parte de la comunidad científica global sostiene que la criósfera terrestre -las partes de la Tierra donde el agua se encuentra en estado sólido-, ha estado reduciéndose desde los años 80.

Los glaciares del norte de los Andes, conocidos como "glaciares ecuatoriales", han sido de los más sensibles al cambio climático debido a su ubicación tropical.

Volcán nevado Santa Isabel, Colombia, septiembre de 2023.

FUENTE DE LA IMAGEN,JORGE LUIS CEBALLOS

Pie de foto,Volcán nevado Santa Isabel, Colombia, en septiembre de 2023.

En la actualidad, Colombia alberga seis glaciares que cubren 33 kilómetros cuadrados, de acuerdo al IDEAM.

El volcán nevado Santa Isabel, ubicado en el eje cafetero, es el más pequeño del grupo con alrededor de 20 hectáreas actualmente.

"Nosotros en el IDEAM estimamos que este glaciar va a extinguirse en los próximos 5 o 7 años", señala el glaciólogo Jorge Luis Ceballos.

México y Bolivia también en peligro

A nivel latinoamericano, los científicos estiman que México será el próximo país en quedarse sin glaciares.

En el país solo quedan cinco glaciares repartidos en el volcán inactivo Iztaccíhuatl y el Pico de Orizaba. Entre todos cubren menos de un kilómetro cuadrado de hielo.

Según el Centro de Ciencias de la Tierra de la Universidad Veracruzana y la Universidad de Texas en San Antonio, el glaciar Jamapa, el más grande del país, perdió 60% de su superficie entre 1950 y 2011.

Expertos aseguran que se extinguirá por completo para 2030 y que para 2050 México habrá perdido todos sus glaciares.

Al sur del continente, la pérdida de glaciares continuará avanzando de norte a sur, de acuerdo a Ceballos.

"Primero Venezuela. Creo que al glaciar Humboldt le quedan meses para que se extinga por completo", estima.

Luego le seguirán Colombia y Ecuador, según el experto.

"Aparte del Santa Isabel en Colombia, el Carihuayrazo en Ecuador también está a punto de extinguirse, y lo mismo podemos ver en varios glaciares en Bolivia", añade.

Entre el 20 y el 80% de los glaciares en el mundo

Pero más allá de los Andes y América Latina, la desaparición de los glaciares se ha convertido en un problema global.

El glaciólogo Jorge Luis Ceballos asegura que en el mundo los próximos países en quedarse sin glaciares serán Indonesia y Eslovenia.

Los glaciólogos James Kirkham y Miriam Jackson le dijeron a la BBC que las últimas proyecciones muestran que el mundo perderá entre el 20 y el 80% de sus glaciares para 2100, con una variación regional significativa, y que el porcentaje dependerá de si se reducen o no las emisiones de CO2.

Añadieron que aunque "una parte de esta pérdida ya está asegurada", una rápida reducción de las emisiones de CO2 podría salvar otros depósitos glaciares, "lo que tendrá enormes beneficios para los medios de vida y la seguridad energética, hídrica y alimentaria".

Mark Maslin, profesor de ciencias del sistema terrestre en el University College de Londres, apunta que la pérdida de glaciares más grandes representa un gran problema para muchas comunidades cuyo suministro de agua dulce depende de esas grandes masas de hielo, especialmente durante los periodos de sequía.

Desde Mérida, Llambi afirma que independientemente de si el Humboldt aún se considera como un glaciar o no, "es una masa de hielo" que tiene un "importantísimo" significado cultural y científico para su comunidad y por ello muchos se niegan a declararlo extinto hasta que no desaparezca por completo.

"Pero eso va a pasar muy pronto", admite, y añade que al final el cambio climático acabará con la nieve en Mérida, una pequeña urbe andina que por mucho tiempo fue conocida como la Ciudad de las Nieves Eternas.

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