ECUADOR está casi indefenso si el FENOMENO DE LA NIÑA produce las terribles sequía en Ecuador
La crisis climática deja sin agua al sur de América
Efectos del cambio climático serán más visibles en la Cordillera de los Andes en Ecuador
El volcán Antisana es uno de los glaciares que ya está sufriendo los efectos del cambio climático en Ecuador. Foto: EFE
La Cordillera de los Andes será una de las principales afectadas por los efectos del cambio climático en Ecuador. El último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) demuestra que el planeta está en alerta roja y el país no escapa de esta realidad.
Las conclusiones de los investigadores, presentadas el pasado 9 de agosto del 2021, demuestran que los esfuerzos climáticos hasta el momento han sido insuficientes. Si continúan como hasta ahora, limitar el calentamiento a cerca de 1,5 ºC o incluso 2 ºC, “será un objetivo inalcanzable”.
Desde 1850-1900, se estima que las actividades humanas han sido responsables del aumento de 1,1 °C en la temperatura global. Los investigadores del IPCC prevén que en los próximos 20 años alcanzará o superará el calentamiento de 1,5 ºC.
Gonzalo Rivas-Torres, director de la Estación de Biodiversidad Tiputini y profesor del Colegio de Ciencias Biológicas y Ambientales de la Universidad San Francisco de Quito, explica que, como investigador, estas conclusiones no lo sorprenden. Esto se debe a que hasta ahora no se han realizado los cambios necesarios para detener el avance del cambio climático.
Aun así, dice, hay aspectos que son más graves de los que se esperaban. Este informe demuestra que no hay una zona del planeta que no haya sido afectada por el incremento de la temperatura u otros efectos del cambio climático.
Los efectos del cambio climático se percibirán en todas las regiones y en algunos sitios ya son evidentes. El informe revela que, en la región de América del Sur donde está ubicada Ecuador, se espera la pérdida de la cobertura glaciar.
La Cordillera de los Andes es una de las principales afectadas. En todos los escenarios previstos en el reporte se espera que el derretimiento de estas zonas continuará. Rivas-Torres explica que esto afectará principalmente a las especies que están en la parte más alta.
Los animales o plantas de estas áreas se enfrentan a tres opciones: extinción, adaptación o migración. La gran mayoría no se puede mover fácilmente a otras áreas con condiciones similares y desaparecerán localmente.
Los ecosistemas altoandinos son muy frágiles. El investigador dice que, si las especies se extinguen, estos sitios van a colapsar. Su destrucción también comprometerá los servicios que estos lugares dan a las ciudades. Por ejemplo, Quito depende en un gran porcentaje del agua de los páramos.
Estos ecosistemas, al igual que los bosques altoandinos, son reservorios enormes de carbono. Cuando se afecta a estas zonas, el CO2 almacenado empieza a salir y se junta con el proveniente de otras fuentes. Todo esto influye en el aumento de temperatura.
El derretimiento de glaciares provocará mayor riesgo de inundaciones y menor caudal en la corriente natural de los ríos.
Impactos en Costa, Amazonía y Galápagos
Rivas-Torres explica que las zonas costeras también van a sufrir de incremento rápido del nivel del mar. Las ciudades que están cerca o frente a la costa van a experimentar los impactos más grandes del cambio climático.
El informe señala que el aumento del mar contribuirá a una erosión costera y las inundaciones serán “más frecuentes y graves en las zonas bajas”. Además, los fenómenos que antes se presentaban cada 100 años, ahora se registrarán con una frecuencia anual a finales de este siglo.
En la Amazonía se espera la llegada frecuente de lluvias y tormentas. Esto ocasiona varios efectos como la mortalidad de especies e inundaciones.
En este agosto del 2021, investigadores de la USFQ y de la Universidad de las Américas presentaron un estudio sobre las proyecciones climáticas para las islas Galápagos. En este se proyecta que la temperatura en el Archipiélago podría aumentar hasta en 2,2°C en los próximos 30 años.
La temperatura superficial del mar en las Galápagos se ha incrementado en 1,2°C desde el año 2000.
Rivas considera que el mundo está viviendo una emergencia climática y, al igual que se tomaron medidas urgentes para combatir el covid-19, se deben realizar ese tipo de acciones para detener el avance del cambio climático.
La falta de lluvias genera temor de cortes energéticos en Brasil, mientras que la baja del río Paraná, en Argentina, afecta actividades productivas.
Redacción BRASILIA, BUENOS AIRES
El 90% de los industriales brasileños está preocupado ante el riesgo de enfrentar un racionamiento eléctrico o un aumento de los costos de energía por la actual crisis hídrica que vive Brasil; la mayor en 91 años y que dejó en mínimo el nivel de agua de las hidroeléctricas.
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El temor de los industriales fue medido en una encuesta divulgada este 10 de agosto por la Confederación Nacional de la Industria.
Un 83% de los industriales teme que la crisis provoque un aumento en los costos de la energía, un 63% teme la necesidad de un racionamiento eléctrico y un 61% que la crítica situación provoque interrupciones en el abastecimiento eléctrico.
El 98% considera que la situación provocará un aumento de los precios de la energía en Brasil y un 62% que obligará al Gobierno a imponer un racionamiento o restricciones en el abastecimiento.
Pese a que el Gobierno brasileño ha descartado por ahora la posibilidad de imponer un racionamiento para reducir el consumo de energía o la de un apagón, los analistas temen que la crítica situación de las hidroeléctricas, responsables por la mayor parte de la energía generada por el país, provoque una crisis económica.
Brasil tiene una capacidad instalada para generar 186 gigavatios de energía, de la cual un 65% es hidráulica, la fuente más barata y menos contaminante, y un 17% térmica.
Argentina, sin lluvias
Del mismo modo, las regiones de Cuyo (oeste) y Patagonia (sur) se encuentran «bajo los efectos adversos de la sequía», con un déficit considerable de lluvia y nieve que se extiende incluso a sectores cordilleranos y los pronósticos a largo plazo no describen grandes cambios.
“Varias regiones de la Argentina sufren las consecuencias de una prolongada e intensa sequía” que “produce diversos impactos en sectores de la actividad productiva y preocupa a expertos y autoridades”, advirtió la SMN.
En ese contexto, unas 70 millones de hectáreas están afectadas por la sequía en el área de la cuenca del río Paraná (y su afluente el Paraguay), en Argentina, cuyas aguas registran una histórica baja que complica varias actividades productivas.
Según un informe difundido hace unos días por el Servicio Meteorológico Nacional de Argentina, el 75% del área de la cuenca del Paraná está afectada por sequías moderadas a excepcionales.
«La navegación fluvial, las tomas de agua urbana, la generación de energía, la fauna íctica, el riesgo de incendios y la modificación de cauces y paisaje son solo algunos de los sectores que ya sienten el impacto de la sequía que afecta gran parte de la región», apuntó el Servicio Meteorológico Nacional. EFE