Los procesos de separación

por Maximiliano Moreno

En los últimos años la polarización entre los países desarrollados y los de menor desarrollo va tomando distancia.  Esto se debe a que las economías desarrolladas se encuentran en un momento crítico, pues son economías dependientes de materias primas y mano de obra no calificada de países pobres, fuera de su territorio y del talento humano dentro de él.
El proceso de cambio planetario, parte del hecho que sus productos, cada vez mas sofisticados y caros, requieren de compradores inteligentes, por el contrario los productos de los países pobres, son para tontos con un mínimo de conocimientos.
La economía global, que desarrollan las potencias industriales, está cambiando las necesidades de los humanos del planeta.  Se sabía que si los chinos en China consumían una cucharada más de aceite en la comida, se produciría falta en los mercados de este producto.  Hoy la China es en realidad un dragón que tiene una población llena de necesidades, cada día mas insaciables, esto está haciendo que las potencias que desarrollaron desde Europa y Norteaamérica poderes imperiales, se vean imposibilitadas de presionar a los países pobres a bajar los precios de sus productos, a conveniencia de los compradores; algo que hasta los primeros años de esta siglo, era común, pues una mafia de países, se ponían de acuerdo para imponer  los precios, más fácilmente que los díscolos países pobres, que en lugar de ponerse de acuerdo, viven una ciega carrera que no les favorece.
Los países pobres, además  se enfrentan a mentalidades codiciosas de poder y vanidades,  de los que gobiernan sus territorios.  Esta vanidad, se traduce en intentos de perpetuarse  de la forma que sean, con tendencias fanáticas a conductas políticas, religiosas, que fácilmente se enredan en  dictaduras y reinados.
En tanto, los países ricos cierran sus fronteras e imponen leyes anti-emigrantes, que privan a su gente de amar a una persona que es de un país pobre y traerla a vivir a su tierra natal. En consecuencia, muchos de los que se ven prisioneros de leyes, que consideran que  atentan a su libertad de elegir, prefieren marcharse a  naciones, que no les priven del derecho a vivir con y como ellos crean conveniente y bueno.
Estos emigrantes de países ricos, que se refugian en el amor y la calidez de gente de tierras lejanas, en razas, costumbres,  modos de vivir diferentes,  comienzan a ver como su lugar natal, el país que los vio nacer, los educó y les ofreció la posibilidad de viajar y conocer el mundo, se va volviendo su enemigo personal, al negarle a los seres que ama, el derecho que a él le dieron sus padres, y que esa generación que gozó de eso, hoy pretende privar a los que vienen.
De esta manera van naciendo motores sociales de cambio, que más allá de conductas mercenarias, ganancias escalofriantes y comodidades comprables, buscan espacios de felicidad, de encuentro consigo mismo y con el amor, la dignidad, la belleza, son  los buscadores de los espacios abiertos.
Es así como los países desarrollados, van camino a enfrentarse al peor de todos sus enemigos, sus propios hijos, que ven necesario quebrantar el orden que acapara el poder, el conocimiento y la riqueza en esos polos de desarrollo.

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