Ecuador y el mundo no pueden con el covid19 a 120 días de la pandemia

El virus del covid 19, nos ha demostrado que es más probable que un virus termine con los humanos o con su forma de sociedad, que una invasión de extraterrestres.
Los virus, las formas de vida sin inteligencia alguna, aparentemente, pero con una enorme capacidad de replicarse dentro de la células, tiene la capacidad de mutar a más velocidad que otros seres vivos y este es su gran poder. Coronavirus que producen la llamada gripe estacional, pueden cambiar de un año a otro, por lo que cada año debemos volver a vacunarnos, virus como el del VIH, pueden mutar de un enfermo a otro, por lo que hasta ahora luego de 60 años en que fue descubierto no podemos inventar una vacuna. El coronavirus covid 19 , ha tenido como particularidad más importante su capacidad de propagación que de una propagación por contacto ha pasado a una propagación por el aire donde al parecer puede permanecer, por lo que es ahora más peligroso pues las personas necesitan estar en medios de transporte para llegar a sus trabajos o destino, y estos lugares pueden contener virus luego de que los portadores se han bajado de esas unidades. Esto ha puesto a la distancia social, que era el segundo paso antes de la reactivación económica con la llamada nueva normalidad, es decir bajo estado de alerta, como una posibilidad que puede tardar más de los esperado. En Estados Unidos y América Latina, las dimensiones del covid 19 tiene proporciones impensables. Los efectos de la cuarenten, el distanciamiento social y la zozobra que hemos vivido han colapsado la economía, resucitado al racismo, multiplicado los emigrantes, y ha permitido a gobiernos bajo presión mantenerse, multiplicando dentro de cada país el rechazo a puntos que pueden desbordarse en violencia. Por ahora los mecanismo de protegernos son el uso de mascarillas, la distancia de dos metros entre personas, el lavado frecuente de las manos, pero cuando una persona tienen la enfermedad, tiene que jugarse el todo por el todo. Si se queda en casa puede contagiar, nadie puede venir a su casa a ayudarlo sin correr riesgos, pero si va a un hospital el peligro se multiplica, pues hay hospitales que tienen a su personal contaminado, y estos lugares se convierten en una suerte de lotería donde el que entra tiene el 50% de posibilidades de vivir el 50% de morir. Estamos viviendo entre la espada y la pared. A pesar del tiempo, los recursos, y la diferente organización social que tienen Quito y Guayaquil, la capital está viviendo lo mismo que el puerto, sólo que con menos sorpresa y con menos espectacularidad. En pocos días los dos lugares probablemente tengan enfermos y muertos en las mismas cantidades.

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