La guerra antisubversiva y el autoritarismo en América Latina. Salud, política y vida en La Mitad del Mundo. Capítulo 13














Ser profesor de la universidad, era un trabajo poco rentable en 1983. Mis profesores de la Facultad de Medicina decían que lo que les pagaban sólo les servía para pagar la cajetilla de cigarrillos, y mi profesor de cardiología, fumaba una diaria. Los profesores de la facultad de medicina tenían otro trabajo en un hospital público de especialidades o en el Seguro Social, algunos como Eduardo Estrella, dirigían el Instituto Ecuatoriano de Nutrición, y otros como Rodrigo Fierro, que había introducido el uso del yodo para combatir el bocio endémico,  eran profesores e investigadores en la Politécnica Nacional. pero además la mayoría tenían su consultorio privado, o  una clínica, lo mismo pasaba con los médicos de Hospital Franklin Tello,  de Esmeraldas, donde además los médicos creaban enfermedades en los pacientes como apendicitis,  ofrecían a las pacientes cesarias por precaución más que por necesidad o abortos, que eran las más lucrativa fuentes de ingresos para los mal pagados médicos, que trabajaban en los servicios de salud o la universidades del estado.
El ser profesor universitario en las universidades estatales, como lo fue incluso mi padre o el Dr. Rodrigo Borja, que sería  presidente de la república,  era un oficio mal pagado, para profesionales ricos, que no necesitaban ese sueldo, pero los hacía parte de una élite social.
Yo era el profesor más joven que trabajaba a tiempo completo en la Escuela de Saneamiento Ambiental,  pero salario era  la mitad  de lo  que ganaba el portero, o la secretaría, algo que me avergonzaba,  a nadie le decía cuánto ganaba, y lo peor, no me pagaron durante todo un año, porque el presidente León Febres Cordero redujo el presupuesto a las universidades estatales que era poco  desde los tiempos en que fui estudiante, 1974, y fue el motivo de continuas huelgas o protestas.  Más del 30 por ciento del tiempo como estudiante de la Universidad Central tuvimos que destinar a las protestas, que duraban meses, y que arruinaban nuestras vacaciones, en que teníamos, compensar el tiempo perdido.
  El gobierno de Rafael Correa cambió esto,  obligó a las universidades a tener profesores a tiempo completo bien pagados.
Mintra trabajaba enseñando en la Facultad de Medicina e investigando  sobre la historia y la geografía de las enfermedades en Ecuador y América Latina, mi padre me alojaba y alimentaba en su casa,  mi esposa Verónica, que volvió a ser secretaria, del Terminal Petrolero de Balao, en la provincia de Esmeraldas,  mantenía a nuestra hija, que vían en el departamento que mi padre tenía en frente a la gobernación. En su ausencia, desde las 7 am a 6 pm,    nuestra niña,  de un año de edad. quedaba a cargo de una empleada doméstica.
Entonces se presentó la oportunidad de estudiar un diplomado en el Centro Internacional de Comunicaciones para América Latina, CIESPAL, que es parte de la OEA, la Organización de Estados Americanos,  con sede en Quito. 
El diplomado era para profesores universitarios de América Latina en producción radiofónica, para  los becarios extranjeros incluía todo, desde alimentación, alojamiento en un hotel 3 estrellas, excursiones y paseos, clases desde las 8 am hasta las 5 pm, con profesores y periodistas radiofónicos de renombre internacional, como los de Radio Nederland de Holanda y hasta un soporte económico.
El que era profesor de la Universidad Central, que es parte del directorio de Ciespal,  propietario de una radio, Radio Metropolitana, que mi padre la puso a mi nombre cuando la compró, pero la tenía arrendada, además, el que a mi no me pagarían el alojamiento, la alimentación, ni el soporte económico, pero sobre todo la idea de desarrollar la comunicación radiofónica para la salud,  me permitió estudiar por 800 horas.
CIESPAL, además estaba impulsando las emisoras populares en América Latina con ALER, la  Asociación Latinoamericana de Radiodifusión, que la integraban pequeñas emisoras locales, muchas de ellas de la Iglesia Católica, que usaba la radio para las misas, mensajes religiosos, así como para la educación popular radiofónica.
 Estas emisoras populares, se convirtieron en la cuna de las organizaciones indígenas de Ecuador, que empezaron desde la provincia del Chimborazo, donde era obispo Monseñor Leonidas Proaño, el llamado Obispo Rojo de la Teología de la Liberación,  creando las escuelas radiofónicas populares del Ecuador, o ERPE, de ellas nació ECUARUNARI la organización de indígenas de la Sierra, le siguió la CONFENIAE,  la Confederación de Nacionalidades Indígenas del la Amazonía Ecuatoriana,  juntas dieron origen en los años 90 a la CONAIE, la Confederación de Nacionalidad Indígenas del Ecuador,  la más poderosa organización social del país en este momento,  que nació gracias a la Teología de la Liberación y a las radios populares. 
En 1984, León Febres Cordero , electo presidente,  inició la persecución a los curas de la Teología de la Liberación,  líderes indígenas o campesinos y a guerrilleros de Alfaro Vive Carajo.




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