El trauma psicológico que el llamado Conflicto Interno Armado está produciendo en la población de Ecuador es de tales dimensiones, que ha creado una ola migratoria de ecuatorianos que escapan del país, porque ven que la violencia y la corrupción está en todas partes, pero que además estas producen la fuga de capitales del país, la desinversión del Estad, que ya no hace carreteras, hospitales, escuelas, colegios, universidades, represas, centrales hidroeléctricas, canales de riego, oficinas públicas, ni da trabajo ni empleo a los ecuatorianos.
Esto ha convertido a los colegios y universidades en grandes fábricas de desocupados, que ven en Estados Unidos y Europa una real fuente de empleo.
Diariamente se espera que haya al menos diez muertes violentas por sicariato, esto es por asesinato pagado a asesinos, que cobran por matar, de manera que el sicariato es ahora el empleo más rentable que tienen los jóvenes.
Diariamente se espera que al menos una tonelada de cocaína sea capturada, lo que significa que otra tonelada logró burlar a la policía, la DEA y al ejército, que ahora pretenden ser los dueños de las calles, puertos, barrios y prisiones, que se convirtieron en territorio de los grupos armados ilegales,
Escapar del país, donde las calles son un peligro, esperar que la moto, el automóvil, o el celular sean robados, temer que los buses sean asaltados, ver a jueces, fiscales, abogados, militares o policías enredados en una justicia, que desde hace décadas es considerada una de las justicias más corruptas del mundo, vivir en un país donde fabricar leyes por miles y nuevas constituciones por decenas, ha hecho real el dicho que dice que el que hace la ley hace la trampa, o que a las leyes y las mujeres están para violarse.
Esto ha creado escuelas y colegios donde el bullying es el mecanismo para originar y consolidar pandillas juveniles, que se llamaban jorgas.
Hasta para dar exámenes, consumir drogas dentro del colegio, acosar a los compañeros, en especial a las compañeras, el formar pandillas dentro de los centros de estudio, fraguar amistades, donde el encubrimiento lo es todo, y sirve para violar las normas, burlar a los profesores, a los padres de familia y sumar miembros, al complot contra el orden establecido.
En tanto en la televisión, la internet o los celulares, la violencia, la corrupción, la maldad, adquiere dimensiones descomunales, que convierten a estos medios en el circo, donde la población se seda o anestesia contra toda clase de escrúpulos, perdona toda clase de infamias, llora toda clase de desgracias, y se habitúa a vivir en el reino de los malos, de la miseria en todas sus dimensiones, en reino de aquellos que llegan al poder y la riqueza por cualquier medio, donde a la fama de malos, corruptos, pícaros se llama audacia, o valentía, y a la riqueza se llama recompensa divina, o voluntad de dios.
El producir contenidos para la televisión, la radio, el celular y la internet, donde lo extraordinario, lo exagerado, lo malo, la crueldad, la violencia, lo real, adquiere dimensiones descomunales es lo que se vende, lo que se convierte en likes, en seguidores, y finalmente en dólares. Esto ha convertido a los productores de contenidos, a los que ahora se llama influencers, en los nuevos ídolos, pero además en manipuladores de otros seres humanos esto es, en poderosos, en incluso en ricos.
Desde tiempos inmemoriales, el poder esto es, el disponer de la vida, la riqueza y la mente de otros seres humanos, sea mediante un gobierno, un gobernante, una religión, una ideología política, y sobre todo mediante la guerra, ha sido la obsesión de otros seres humanos.
Esto en Ecuador se vive a flor de piel, en el día a día, en cualquier parte, pues hasta antes de la llegada del celular, era posible escapar viviendo en el campo, en un barrio rico, en un lugar distante, pero ahora es posible la comunicación electrónica, la comunicación satelital, en todo el país, y el estar fuera de ella, prácticamente significa estar fuera de este planeta, incluso los astronautas son ahora los que están más inmersos en este mundo de las comunicaciones globales.
La pandemia fracturó a nuestro orden social mediante el miedo, el aislamiento, las cuarentenas, la educación por internet, el correo electrónico, la comunicación por celular, la cita previa, etc., que son formas del llamado distanciamiento social, que ahora nos gobierna, en que los funcionarios públicos, nacionales e internacionales están detrás de un vidrio que los separa de los que los necesitan, incluidos los médicos y los profesores.
Pero el miedo se ha multiplicado en nuestros países pobres, como Ecuador, donde las calles, barios, puertos, prisiones, se han convertido en territorio de pandillas, de carteles transnacionales de la droga, o del tráfico de armas y del tráfico humano, donde los gobernantes, parlamentarios, jueces, fiscales, periodistas, al igual que los soldados y policías, o los influencers están bajo sospecha