Siamo andati con mia figlia che è venuta dalla Danimarca e suo marito che è danese, ma di origine coreana, a visitare la chiesa di Sangolquí; in quel momento, il parco di fronte alla chiesa veniva usato come palcoscenico per la pubblicità di un farmaco, che veniva filmata con attrezzature costose e molti collaboratori.
Poi mi sono ricordato che la televisione ecuadoriana è inondata di pubblicità di farmaci chimici e naturali, ma anche di veicoli a combustione, che nei prossimi 10 anni non saranno più prodotti in Europa o in Nord America, per rallentare il riscaldamento globale a causa delle emissioni di CO2, ma a Quito come a Sangolquí, e lungo l'autostrada Rumiñahi, fino alla Valle de los Chillos, la congestione delle auto era insopportabile. Vedendo tutto ciò a Quito e a Sangolquí, mi è sembrato impossibile che, ancora una volta nella storia di questo Paese, le strade e le vie potessero essere libere dalle auto o che l'aria potesse essere di nuovo pulita. Sono consapevole che, a causa dell'inquinamento ambientale, il turismo straniero a Quito è quasi scomparso.
All'interno della chiesa mia figlia, che ha studiato turismo culturale e storico, ci ha spiegato i dettagli architettonici e le sculture all'interno della chiesa, che ci hanno ricordato che Quito era un tempo la capitale della più grande udienza reale del Sud America, che partiva dal Pacifico da Puerto de Buenaventura in Colombia fino a Piura, il luogo in cui le truppe di Francisco Pizarro sbarcarono per conquistare gli Inca, e seguendo il corso del Rio delle Amazzoni terminava a Belem, che oggi fa parte del Brasile. Da qui i gesuiti portarono avanti la colonizzazione dell'Amazzonia, Guayaquil divenne il porto più importante dell'Impero spagnolo sul versante pacifico del Sudamerica, rifornendo le navi e ciò di cui queste avevano bisogno per trasportare l'argento da Potosì, in Bolivia, alle Filippine e alla Cina, o l'oro e lo zucchero in Europa attraverso Panama. A Quito nacque la Scuola di Quito di pittori e scultori indigeni, i più famosi nell'arte religiosa del Sudamerica; alcune delle loro sculture si trovavano sugli altari di questa chiesa.
Usciti dalla chiesa, ci siamo recati alla gelateria Victoria, che esiste da quando ero bambina, ora ho 67 anni, e mio padre ci portava a prendere il gelato prima di andare nei due cinema che c'erano un tempo, ma che ora sono scomparsi.
Alla fine abbiamo attraversato il mercato per andare alla stazione degli autobus, perché non volevamo essere sorpresi di nuovo da un tassista, ex militare, che abbiamo assunto affinché lui e un altro taxi ci portassero a Sangolqui, ma all'uscita il secondo taxi ha detto che era sul "pico y placa", quindi non poteva portarci, Il tassista disonesto ci ha fatto salire sul suo taxi per 4-6 passeggeri e poi ci ha fatto pagare lo stesso prezzo dei due taxi, il che mi ha ricordato che gli abitanti di Quito, che sono conosciuti come Chullas Quiteños, sono bugiardi, sorprendenti, oportuinisti, furfanti, persino ipocriti.
Sull'autobus da Sangolquí la paura principale era che salissero i banditi che rapinano gli autobus da quando Lenín Moreno e Gillermo Lasso sono diventati presidenti, perché in questo periodo di pandemia e post-pandemia, le rapine ai passeggeri e alle persone nelle strade erano la cosa più comune.
Arrivammo sani e salvi a El Trébol, un luogo dove si incrociano la Vía Oriental e quella che porta a La Marín. Scendemmo in questo luogo perché sapevo che La Marín, dove si trova il terminal di questi autobus intercantonali, era pericolosa a causa dei banditi venezuelani, che appartengono al Cartel de Aragua, una mafia, che si è impadronita di questo luogo da quando la grande ondata migratoria di venezuelani ha invaso l'Ecuador e tutto il Sudamerica, prima della grande invasione verso gli Stati Uniti, Paese che oggi assediano dal sud del Rio Grande, dove si recano, perché a causa del blocco e delle sanzioni economiche degli Stati Uniti al Venezuela e al governo di Nicolas Maduro, il Paese più ricco del continente ha cessato di esserlo, e vive la peggiore catastrofe politica, economica e umanitaria del continente, con quasi 8 milioni di esuli.
Finalmente con mia moglie e mia nipote siamo arrivati a casa, ma sono subito andato dove avevo alloggiato mia figlia e suo marito per verificare che fossero fuori pericolo.
Dopo aver discusso con mia figlia del machismo in America Latina e del razzismo in Europa, sono tornato a piedi di notte attraverso La Mariscal, che era diventato un quartiere pericoloso di Quito.
EN ESPAÑOL
Fuimos con mi hija que vino de Dinamarca y su esposo que es danés, pero de origen coreano, a visitar la iglesia de Sangolquí, en ese mento, el parque frente a la iglesia servía de escenario para una publicidad de un fármaco, que se estaba filmando con costosos equipos y muchos
colaboradores, entonces recordé que la televisión ecuatoriana esta inundada de publicidad de medicinas químicas y naturales, pero además de vehículos de combustión, que en los próximos 10 años ya no se van a producir en Europa, ni en Noreteamérica, para así frenar el calentamiento global por las emisiones de CO2, pero en Quito como en Sangolquí, y a lo largo de la autopista Rumiñahi, al Valle de los Chillos, la congestión por los automotores era insportable. Al ver eso en Quito y Sangolquí, me parecía imposible, que nuevamente en la historia de este país, las calles y carreteras puedan volver a estar sin autos, o el aire pueda volver a ser puro. Estoy consciente que por la contaminación ambiental, el turismo extranjero a Quito casi ha desaparecido.
colaboradores, entonces recordé que la televisión ecuatoriana esta inundada de publicidad de medicinas químicas y naturales, pero además de vehículos de combustión, que en los próximos 10 años ya no se van a producir en Europa, ni en Noreteamérica, para así frenar el calentamiento global por las emisiones de CO2, pero en Quito como en Sangolquí, y a lo largo de la autopista Rumiñahi, al Valle de los Chillos, la congestión por los automotores era insportable. Al ver eso en Quito y Sangolquí, me parecía imposible, que nuevamente en la historia de este país, las calles y carreteras puedan volver a estar sin autos, o el aire pueda volver a ser puro. Estoy consciente que por la contaminación ambiental, el turismo extranjero a Quito casi ha desaparecido.
En el interior de la Iglesia mi hija, que estudió turismo histórico cultural, nos explicaba los detalles arquitectónicos y las esculturas en el interior de la iglesia, lo que nos hizo recordar que un día Quito fue la capital de la más grande Real Audiencia de Sudamérica, que empezaba en el Pacífico desde Puerto de Buenaventura en Colombia hasta Piura, el lugar en que desembarcaron las tropas de Francisco Pizarro para conquistar a los Incas, y siguiendo el curso del Rio Amazonas teminaba en Belem, que hoy es parte de Brasil. Desde aquí, los Jesuitas llevaron adeñante la colonización de la Amazonía, Guayaquil se convirtió en el puerto más importante del Imperio español en el Pacífico de Sudamerica, que proveía de embarcaciones, y lo que necesitaban los barcos que llevaban la plata del Potosí en Boliva hasta las Filipinas y China, o el oro y la azúcar, por Panamá a Europa. En Quito emergió la Escuela Quiteña de los indígenas pintores y escultores, mas famosos en el arte religioso de Sudamérica, algunas de sus esculturas estaban en los altares de esta iglesia.
Al salir de la iglesia fuimos a la Heladería Victoria, que existe desde que yo era niño, ahora tengo 67 años, y mi padre nos llevaba a tomar helados antes de ir a los dos cines que había, pero que han desaparecido.
Finalmente pasamos por el mercado para ir a la estación de buses pues no queríamos volver a ser sorprendidos por un taxista, ex militar, al que contratamos para que él y otro taxi nos llevara a Sangolqui, pero en la salida el segundo taxi dijo que le tocaba pico y placa, por lo que no podía llevarnos, el picaro taxista, nos acomodó en su taxi para 4 pasjeros a 6 y luego nos cobró lo mismo que los dos taxis, eso me hizo recordar que la gente de Qiuito, a los que se les conoce como Chullas Quiteños, somos mentirosos, sorprendedores, oportuinistas, pícaros, incluso hipócritas.
En el bus desde Sangolquí el principal temor era que se suban los bandidos que están asaltando los buses, desde que Lenín Moreno y Gillermo Lasso son presidentes, pues en este tiempo de la pandemia y la pos pandemia, el robo a pasajeros y perosonas de las calles era lo más común.
Llegamos sin novedad a El Trébol, un lugar donde se cruzan la Vía Oriental y la que lleva la Marín, nos bajamos en este lugar porque yo sabía que La Marín, donde está la terminal de estos buses intercantonales, era peligroso, por los bandidos venezolanos, que pertenecen la Cartel de Aragua, una mafia, que se han tomado ese lugar, desde que la gran ola migratoria de venezolanos invadió Ecuador y toda Sudamerica, antes de la gran invasión a Estados Unidos, país al que hoy asedian desde el sur del Rio Grande, a donde viajan, porque debrido al bloqueo y sanciones económicas de Estados Unidos a Venezuela y al gobierno de Nicolás Maduro, el país más rico del continente dejó de serlo, y vive la peor catástrofe politica, económica y humanitaria del continente, con casi 8 millones de exiliados.
En el Trebol tomamos un taxi, pero mi hija y su esposo tomaron un bus, la momento de tomar el taxi se nos acercaba un policía, que según el taxista lo quería multar, porque no podía recoger pasajeros ni pararse en ese lugar, el policía tenía su pistola en el cinto, pues desde hace un mes ellos pueden usar la pistola para detener a cualquier personas que ellos crean está violandio la ley, o le consideren un peligro, el propio presidente Lasso les ha ofrecido la ayuda legal, para que si matan no sean juzgados, pues hasta antes de esta ola de violencia, los policías no podían usar sus armas ni para defenderse, sin que eso implique un juicio.
Finalmente con mi esposa y mi nieta llegamos a casa, pero de inmediato me fui a donde había alojado a mi hija y su esposo para verificar que estaban fuera de peligro.
Luego de discutir con mi hija sobre el machismo en America Latina y el racismo en Europa, regresé caminando en la noche por La Mariscal que se había convertido en un barrio peligroso de Quito.