El Dr. Eduardo Estrella, regresó de sus año sabático en España, donde hizo un profunda investigación en la enorme biblioteca del Archivo de Indias, de Sevilla, sobre los alimentos nativos de América, y publicó su libro El Pan de América. Este libro incluía información que recopilé durante mi año como médico rural en el Cabo San Fracisco, una parroquia de Esmeraldas que sufrió el aislamiento por el Fenómeno del Niño, lo que hizo reaparecer plantas medicinales, alimentos de las selva, los ríos y el mar, que habían caído en el olvido con la llegada de las tiendas y sus productos comerciales, el comercio marítimo, hasta entonces en los barcos de los de los terratenientes que iban a Esmeraldas o Manta.
Me encontraba nuevamente en Quito, como jefe del departamento de audiovisuales del la Facultad de Medicina cuando él regresó.
Una fractura en el oleoducto trans ecuatoriano durante el gobierno de León Febres Cordero, que cerró por meses las exportación de petróleo, redujo los recursos de las universidades, que ya eran pocos para la explosión estudiantil que produjo el boom petrolero en el Ecuador, así como por la política de gratuidad y libre ingreso a las universidades. desde 1969.
La falta de presupuesto redujo el personal en las universidades, cuando era director de audiovisuales de la Facultad de Medicina de la Universidad Central, gracias a mis estudios de radio en CIESPAL y uno de los que tuvo que marcharse fui yo.
Cuando llegó al poder Rodrigo Borja, en 1988, el sucre había entrado en una espiral inflacionaria. El precio del dólar se duplicó llegando a superar los 700 sucres por dólar. Yo producía, secaba, empacaba y vedía plantas medicinales, y estas eran una combinación de plantas de la Sierra, la Costa y la Amazonia, que servían sobre todo para manejar los síntomas, por lo cual recomendaba su uso con fármacos que controlaban la causa de las enfermedades, como los antibióticos, las cirugías, etc., predicaba el uso de terapias combinadas para manejar enfermedades.
Eduardo Estrella me llamó para trabajar en una investigación de la Universidad de Heidelberg, de Alemania, sobre malaria, pues Ecuador y especìficamente la provincia de Esmeraldas se había vuelto a convertir en el foco epidemiológico de esta enfermedad.
En Esmeraldas se vivía el boom o fiebre del camarón y de la madera, que trajo miles de personas de la Sierra y la costa interna. Los serranos eran ricos inversionistas, que construían camaroneras, sin siquiera tener la menor idea de lo que era eso, turistas que llegaban a sus lujosas casas de playa el Cantón Atacames, o empresas constructoras de carreteras, que construyeron las carreteras a San Lorenzo y a Muisne como Hidalgo Hidalgo, que construyeron las más grandes fincas de camarón en Muisne, plantaciones de palma africana en San Lorenzo, en la frontera con Colombia. Hidalgo Hidalgo de uno ingenieros que fueron compañeros míos en el Colegio Brasil, era entonces la más grande constructora vial del país.
Pero también llegaron los empresarios serranos de la madera como Peña Durini, Codesa, Tadesa, o Robalino, muy vinculados al partido Democracia Popular, o Democracia Cristiana de Alemania, que eran los dueños del poder en Quito desde el gobierno de Oswaldo Hurtado. Estas empresas saqueaban la madera de Esmeraldas, gracias a la llegada de las motosierras de gasolina, los tractores de ruedas gigantes y las mulas, como se les llamaba a los cabezales de los camiones que halaban plataformas enormes, donde se transportaban las trozas de madera hasta el sur de Quito en que tenìan sus fábricas, o hasta Codesa, una fábrica a la entrada de Esmeraldas.
Esta tala indiscriminada de los bosques y manglares a pesar de leyes contra la deforestación fue el origen de la corrupción policial y militar en las carreteras de Ecuador, donde los sobornos de los traficantes de madera enriquecían a militares y policías del país, la tala de manglares y la construcción en áreas protegidas de camaroneras enriquecía a los marinos, pero detrás de todos ellos estaba la corrupción en el ministerio de Agricultura , Ambiente, Gobierno y Defensa. Los camaronero devastaban los manglares y los madereros de devastaban los últimos bosques tropicales de Sudamérica frente al Océano Pacífico, que estaban en Esmeraldas,.
La nueva ocupación del suelo en la costa de Ecuador, debido a la expansión de las industrias camaronera, maderera y la ganadería tropical, crearon pueblos y aldeas, sin servicios básicos, donde la gente recogía el agua de lluvia o de manantiales en tanques, en que el mosquito se reproducía, lo que multiplicó la malaria, que además se multiplicaba porque el suelo o la tierra se convertía en recipiente impermeable de lluvias, debido a la ausencia de las raíces de los árboles que absorben el agua de lluvia o permitían la permeabilidad de las capas superficiales hacia el subsuelo. En las camaroneras en cambio abundaba un mosquito transmisor de la encefalitis a animales y personas.