La violencia , sexo y VIH SIDA, en el tiempo del boom del camarón. Salud, política y vida en La Mitad del Mundo. Capítulo 21.








Era 1990  volví nuevamente a Muisne, y a trabajar con los promotores de salud de la OCAME, ORGANIZACIÓN CAMPESINA MUISNE ESMERALDAS,   con quien tenía contacto desde 1976, para hacer una investigación sobre la malaria con la Universidad de Heidelberg, que me contrató.
 Luego de los talleres para los promotores de salud en la Finca de la OCAME, y de la recolección de muestras de sangre en la población del cantón Muisne, fue a trabajar en Salima, en ese entonces el lugar donde la plaga de mosquitos era una nube que llegaba a las seis de la tarde.
Era un pueblo con una 20 casas, en medio de un 100 hectáreas de camaroneras de la familia Carofilis, una familia de terratenientes de origen manabita, esto es blancos de la provincia vecina, que se apropiaron de grandes áreas, mediante el comercio, como  propietarios de barcos que transportaban banano,  en los tiempos en que el banano valía, como dicen hasta hoy los campesinos, porque era comprado para la




Standard Fruit y la United Fruit,  hoy conocida como DOLE, dos compañías norteamericanas que crearon la agroindustria exportadora en Ecuador, llamada ASTRAL, mediante una enorme plantación llamada El Timbre, a la entrada de la ciudad de Esmeraldas, donde tenía, sistemas de riego por tubería, astillero naval para construir lanchas, aeródromo para sus avionetas de fumigación y más de 10.000 hectáreas en tierras propias o rentadas, Además  en la Ciudad de Esmeraldas construyeron un  estadio de Fútbol,  llamado Folke Anderson,  nombre del último gerente de la compañía, que era de Suecia,  despertando en esa provincia el amor por este deporte y convirtiéndola en la cuna de la mayor parte de los futbolistas profesionales y estrellas del deporte de Ecuador.




En el Cantón Muisne no tenían plantaciones sino que compraban el banano a los finqueros, que la sembraban por todas partes, invadiendo las selvas tropicales para hacer sus pequeñas plantaciones. Este banano a su vez era comprado por los dueños de los barcos, que llevaban la fruta verde hasta Esmeraldas. Cuando su fue la empresa norteamericana en 1968, el banano dejó de ser comprado,  se dejó de fumigar, la peste de la sigatoka negra, un hongo, se propagó, los campesinos que vivieron la fiebre del banano por un década, desde 1958, durante el gobierno del presidente Galo Plaza, que estudió agronomía en Estados Unidos y trajo a los norteamericanos, y se fueron en 1968, cuando llegó la primera reforma agraria, de John F. Kennedy y su Alianza para el Progreso, para evitar que el comunismo de Fidel Castro y el Che Guevara se propagara por el continente.  Además los norteamericanos recuperaron sus plantaciones en Centroamérica, gracias a las dictaduras que llegaron a Guatemala, Honduras, El Salvador, en fin de la Guerra Civil en Costa Rica, que eliminó al ejército de ese país.  El recuperar las plantaciones de Centroamérica les ahorró el costoso peaje por cruzar el Canal de Panamá, y el precio del transporte de la fruta a Estados Unidos y Europa, sus principales mercados. 
La quiebra de los pequeños campesinos de Esmeraldas, favoreció a los dueños de los barcos que llevan la fruta a Esmeraldas, para comprar a precio de gallina apestada,  las fincas de los campesinos, a los que prestaron dinero o entregaban a crédito suministros, como machetes, herraduras, sal, azúcar, medicinas, enlatados, harina, etc, y sobre todo alcohol, que era lo que más se consumía en se tiempo en que los campesinos frecuentaban los prostíbulos y cantinas, que se convirtieron en el centro de los nacientes pueblitos como Salima.
Pero a más de no tener electricidad, agua potable, canalización niu electricidad, Salima no tenía carretera.  Se podía llegar al pueblo en lanchas que venían de Muisne, Cojimíes y sobre todo de Chamanga, que era la cabecera parroquial, a la que pertenecía este recinto, pero esto era posible sólo cuando subía la marea o comenzaba a bajar, es decir cuando el nivel del Río Salima que nacía en la hoy Reserva Mache Chindul,  subía.
Chamaga, la cabecera parroquial era un pueblo del lejano oeste de Ecuador, ahí, como en los pueblos del oeste en la época del oro en los Estados Unidosa,  donde los pistoleros o gente armada, las cantinas, las prostitutas, el desorden estaban desbocados,  se vivía sin control.
Es que en ese lugar eran contratadas las más de 200 mujeres que iban a trabajar en   FRIGO COJIMÍES, la gran empresa empacadora y exportadora de camarón, que compraba el camarón en cautiverio las enormes fincas camaroneras, y el langostino a los pescadores artesanales, que salían a pescar  a las 5 de la mañana, a las 3 de la tarde y a las 8 de la noche.  En la noche habían quintales de langostinos que les daba dinero de sobra,  que lo derrochaban en las cantinas y prostíbulos del pueblo.
 Los sábados las prostitutas se ponían botas de agua, con su ropa y zapatos de fiesta, cruzaban por los muros de las camaroneras para llegar a Salima, donde los pescadores que también pescaban langostino y los trabajadores de la enorme camaronera de los Carofilis, las esperaban, especialmente a fin de mes.
 Yo dormía en el único hotel del pueblo, que era una bonita casa de madera de dos pisos. la única con servicios higiénicos, agua que subía por una bomba desde un pozo y donde me iluminaba con velas, o una lámpara de kerosene.
En aquellos días se vivía el mundial de fútbol de 1990 en Italia. que era posible verlo en las  pequeñas televisiones a transistor, que llegaron por primera vez a las tiendas del pueblo, y eran a color. Cubiertos con  de yute a los que hacíamos orificios para ver los partidos,  los ruidosos mosquitos eran una nube que nos asediaba tratando de robar nuestra atención.



Los sábados eran días en los que tenía que ir a dormir a las  6 pm, porque a las doce de la noche, un grito de auxilio me despertaba, entonces me tocaba suturar a los heridos que con machetes y cuchillos se batían en duelos dentro y fuera de la ruidosa cantina,  llena de putas y borrachos, que con único el ruidoso motor eléctrico, llenaba de música tropical bailable el salón, hasta que bruscamente la música desaparecía, y los gritos de las mujeres pidiendo que me despertara para atender a los heridos,  alarmaba a todo el pueblo.


Mientras yo me esmeraba en Salima por hacer mi trabajo como médico investigador recogiendo mosquitos vivos, que los colocamos en frascos de cristal, mosquitos que producían un ensordecedor ruido dia noche, en los frascos que estaban en una aula de la escuela y como médico general o  de emergencias, 
el jefe de campo de la investigación,  que era un bisexual ecuatoriano,  el Dr. Manuel,  que se ganaba la simpatia y apoyo de los promotores mediante talleres de salud, en  que convocaban a campesinos, que venían desde lejos a dormir en la casa de los promotores y en la finca de la OCAME, en Puerto Nuevo, talleres que culminaban en fiestas, donde el presidente de los promotores, Fernando G., un alcohólico,  usaba las fiestas y su posición, así como el financiamiento de que le proporcionaba el Dr. Manuel y la Universidad de Heidelberg, para seducir, y  hasta embarazar a las jóvenes solteras,  por lo general hijas o invitadas de los promotores, que venían a las fiestas, esta era su costumbre desde los años 80, en que fue presidente de los promotores,  llegó a tener 27 hijos ilegítimos.
  Finalmente el Dr. Manuel  estaba interesado en traer a una joven que fue su compañera en la Universidad de Heidelberg, para trabajar en mi lugar, muchacha con la que luego se casaría y divorciaria por problemas con su bisexualidad, pues sus  fiestas privadas,  terminaba con hombres en su cama.  A una de sus fiestas privadas invitó a uno  de mis mejores amigos, el Dr. Carlos C, con quien se hicieron amigos y murió con SIDA.



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