Los primeros días en el Cabo de San Francisco, fueron muy agradables. Era como estar de vacaciones frente al mar, pero ocupado.
Recién casados, llenos de ilusiones y valentía, el mundo nos parecía pequeñito. Siempre le recitaba a Verónica, una poesía de Mario Benedetti......Si te quiero es porque sos mi amor mi cómplice y todo, y en la calle codo a codo somo mucho más que dos. Te quiero en mi paraíso en ese que es mi país, la gente viva feliz, aunque no tenga permiso.
Ecuador era mi paraíso, y la gente de mi país la mejor del mundo, por su naturaleza, llena de vida, en especial los campesinos y pescadores, porque mi abuela a la que traje a vivir con nosotros por un mes, era una campesina, que amaba cuidar a los animales y las plantas. Ella que también era curandera, fue mi primera maestra.
Pero mi madre que era por el contrario una mujer rica de la capital, la odiaba, así que la expulsó de una quinta en Conocoto, donde tenía sus cultivos de maíz, frijol, zambo, habas, tomates, cebollas, árboles frutales, plantas medicinales, junto a sus gallinas, patos, pavos, cerdos, cabras, ovejas y hasta caballos. Todo este drama se produjo luego de que mi padre sufriera su primer infarto. El era un abogado exitoso, un hombre rico y famoso como abogado, que se enredó con una de sus clientes, esto produjo una catástrofe familiar. Cansado de vivir en una casa donde las peleas eran todos los días, me vine a terminar mi último año en Esmeraldas, donde teníamos un departamento, en uno de los primeros edificios de la ciudad, frente a la Gobernación en la Av. Bolivar.
Mis estudios y prácticas de medicina empezaron en septiembre de 1980, lo hacía en un hospital de emergencia con apenas 25 camas, llamado Franklin Tello, pues el principal hospital de la ciudad se había quemado,. Este hospital servía a una ciudad de 100.000 habitantes, y a una provincia de 250, 000. Así que cuando había un accidente de un bus en la mala carretera de Quinindé a Esmeraldas, que nunca se concluía, había que suturar o enyesar a los pacientes en el piso. donde se los acostaba en colchonetas, mientras los médicos y pasantes de medicina, estábamos de rodillas.
Mi primer día de guardia fue el peor de mi vida en un hospital, llegó una familia, el padre, su hija de 9 años y su esposa embarazada, con dolores de parte. Todo parecía normal, el padre y la niña se fueron a comer en su casa, yo me quedé solo con la paciente, me acompañaba una auxiliar, era sábado, el médico residente no estaba, cuando la presión se disparó. En el hospital no había oxígeno, ni medicinas para contrarrestar el cuadro de una eclampsia brutal. Me amanecí dando respiración boca a boca, y reanimación a un cadáver durante 4 horas. Al día siguiente tuve que comunicar al esposo y a su hija lo ocurrido. Me juzgaron en una junta médica, para ver si era o no culpable de negligencia, me absolvieron porque el hospital era el problema.
Estaba en el poder Oswaldo Hurtado, el vicepresidente de Jaime Roldós, el presidente que hacía 5 meses había muerto en un accidente aéreo. Era un profesor de derecho de la Universidad Católica, muy ceremonioso al hablar, para mostrarse como un sabio y prudente político, a diferencia del candente y ardoroso Jaime Roldós, que fue uno de los mejores oradores de América Latina, en un concurso.
Su partido, era el partido llamado Democracia Popular, identificado con la Democracias Cristiana de Alemania, era impulsado por la Universidad y la Iglesia Católica.
Como casi todos los vicepresidentes serranos, desde 1830, era un traidor y conspirador a sueldo. Traicionó a Roldós, cuando fue presidente, hizo lo mismo que Lenín Moreno, años más tarde, se convirtió en el mejor aliado de Estados Unidos y de los ricos del país, que debido al nuevo negocio de lavar petrodólares, de los países árabes, y el narcotráfico, mediante préstamos bancarios, en un tiempo de bonanza en los precios del barril y la cocaína, estaban endeudados, porque no podían recuperar el dinero prestado a los políticos y grandes empresarios.
Así, que Hurtado y su ministro de finanzas, un banquero llamado Rodrigo Paz, dueño del Banco de la Producción, y presidente del equipo de Liga Deportiva Universitaria, crearon la sucretización la deuda privada, esto es, convirtieron la deuda de los ricos, que era en dólares, a deuda en sucres, para luego devaluar al sucre, de manera que cayeron los salarios, los precios subieron, los intereses bancarios también. La deuda la pagó el pueblo, ganaron los empresarios, exportadores, inversionistas extranjeros y lavadores de dólares. Esto sucedió cuando empezó el narcotráfico con Pablo Escobar con su Cartel de Medellín en Colombia, y el cartel de los Reyes Magos, de los Reyes Cueva, en Ecuador, que era su principal proveedor de pasta de cocaína boliviana, ellos lavaban su dinero en bancos ecuatorianos , comprando propiedades en Ecuador, como la Hacienda del El Timbre, de la United Fruit, en Esmeraldas, hasta en peleas de gallos.